Thursday, October 11, 2018

TEMBANDUMBA EN RINCANSINA (PATAKI'E)

El cadillo no paraba de enredarse en las patas de los cabros, los hería; desangraban. No había santo ni sahumerio que acabara con las agujas de la maldita semilla. Desde Rincansina hasta Cimarrona, cabro que por allí corriese, cabro que moría. Mayombe trató de cortar sus raíces y el cadillo volvía. Mayú trató de ayudarla, y nada. Fuego por todo el pastizal atrajo a los blanquitos del pueblo, molestos porque las cenizas ennegrecieron sus almidonadas camisas, faldas, guayaberas y sábanas. Echaron DDT o algo así que apestaba. Mayú y Mayombe sonrieron de lejos: sabían que al cadillo nadie ni nada lo mataba. Hasta que un día, Tembandumba, harta de las quejas de los duques de la mermelada y las señora emperifolladas, decidió bajar donde Mayú y Mayombe; poseerlas. Las jamaqueó un rato, tiró al piso a bailar culebras, sacó vómitos y espumas; confirmó su presencia. A Mayú y Mayombe no les gustaba mucho que Tembandumba bajara al plano terrenal -gracias a todos los santos, lo hacía pocas veces-; es que el despojo las dejaba de cama. Tres días más tarde, después del bembé y Tembandumba desaparecer de allí para luego, y que, aparecer por La Cócora y Jobos, fue cuando Mayú y Mayombe pudieron levantarse, para salir al monte; encontraron a los cabros caminando entre las traicioneras matas, evitando tocarlas, comiendo cadillos sin herir sus patas. Cuando los blanquitos de Guayama volvieron por Rincansina y Cimarrona, al ver los diestros cabros que ya no desangraban, decidieron regresar al pueblo a lavar y planchar sus propias ropas.

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