Mi bebé interior lo recuerdan las marcas en la pierna dejadas por las hormigas que me picaron cuando se aprovecharon de un descuido, uno de muchos, y el agua con azúcar se había derramado sobre mi cuerpo. No tengo más detalles. No pregunté más cuando indagué sobre esas marcas, evitando que me dieran otra paliza por preguntar de más.
Agua con azúcar le dan a los niños bien pobres para calmar su hambre. Lo éramos, bien pobres, y rodeados de alcoholismo y violencia. Cuentan otros que hubo noches pasadas entre los platanales, cafetales, bosques en Jájome, huyéndole a la violencia. Quiénes huían y a quién no es difícil de concluir. A mis dos hermanas mayores las mandaron en un momento a vivir con los abuelos y una tía. No estudiaron; eran sirvientas en casa de parientes. Mi hermano mayor se quedó de peón. Si quieren más evidencia: dos hermanos terminaron como alcohólicos crónicos, una hermana vivió desde que bien niña con todo tipo de enfermedad, entraba y salía de hospitales municipales, se trató de suicidar dos veces. Las dos mayores las salvó su vida con las otras familias.
En CCNY traté una vez de contarle esa historia a un compañero y me contestó con el cinismo que lo caracterizaba, como si yo hubiese sido un embustero. Ahí, en el muslo y los datos sobre mis hermanos están las marcas que siguen como huellas activando el bebé interior; al que trato de proteger con mis cuentos, terapias, y una buena “malacrianza” de vez en cuando, a los que se creen que pueden seguir “jodiédole” la vida a los demás. No las excuso, las justifico. Y que superar el pasado, y que perdonar, y que trascender la historia para ser feliz: ideas de psicología de botica y pequeños burgueses en busca de su zona de confort. Imposible si el bebé interior sigue conmigo. Lo oigo.
Cuando me enteré que era ceropositivo comenzaron los sudores nocturnos. Todas las noches despertaba bañado, débil. Aprendí en los grupos de apoyo a los que asistía y con mi médico, que eran muy comunes entre los infectados. Ir a trabajar a CCNY y tener que relacionarme con los ratones de bibliotecas y estudios atomistas sobre tal o cual método era tan desagradable como los sudores nocturnos. Regresar a casa, y enfrentarme a mi vida y a la de mis amigos enfermos no era fácil: tenía uno viviendo en casa porque él no tenía ingresos, perdió su trabajo, y dependía de un plan médico auspiciado por el Estado; además de otros amigos en Nueva York, Alemania y Puerto Rico. En CCNY hablaba con dos estudiantes que estaban infectados -no querían que le dijese nada a nadie más. Ambos murieron. Los sudores nocturnos dejaron de aparecer por un tiempo, aunque de vez en cuando, cuando tengo pesadillas y sueño con un bebé o un niño, despierto bañado en sudor.
Cuando me enteré que era ceropositivo comenzaron los sudores nocturnos. Todas las noches despertaba bañado, débil. Aprendí en los grupos de apoyo a los que asistía y con mi médico, que eran muy comunes entre los infectados. Ir a trabajar a CCNY y tener que relacionarme con los ratones de bibliotecas y estudios atomistas sobre tal o cual método era tan desagradable como los sudores nocturnos. Regresar a casa, y enfrentarme a mi vida y a la de mis amigos enfermos no era fácil: tenía uno viviendo en casa porque él no tenía ingresos, perdió su trabajo, y dependía de un plan médico auspiciado por el Estado; además de otros amigos en Nueva York, Alemania y Puerto Rico. En CCNY hablaba con dos estudiantes que estaban infectados -no querían que le dijese nada a nadie más. Ambos murieron. Los sudores nocturnos dejaron de aparecer por un tiempo, aunque de vez en cuando, cuando tengo pesadillas y sueño con un bebé o un niño, despierto bañado en sudor.
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