El libro A mis amigos de la locura, por Ernesto Ruiz, es una narración expuesta en un lenguaje crudo, apabullante, repleto de juegos verbales; una dura crítica al recetario indiscriminado de pastillas, así como a la hipocresía y falta de humanismo de la Psiquiatría convencional. Puesto en escena por el actor puertorriqueño Teófilo Torres, quien dice: "En última instancia, el psiquiatra es un policía sofisticado, colocado ahí al servicio de una sociedad de consumo y opresión". No todos los amigos de la locura son víctimas del Estado o la sociedad, pero hay que ser cuidadosos, porque, muchas veces, las enfermedades mentales -ciertas o no- son usadas, sin distinguir entre un neurótico y un sicópata, como armas para perseguir, destruir reputaciones; incluyendo a aquellos que por ser distintos o excéntricos o creativos incomprendidos, son colocados bajo el manto de “la locura”.
Más o menos al año de Pedro Pietri haber muerto, y ser reconocido en distintos países europeos y entre académicos norteamericanos, un grupo de intelectuales en la isla decidieron hacerle un homenaje. Todo muy bien, el problema está en que yo conocía a algunos de ellos cuando estudiaron en Nueva York, y no había olvidado cómo tildaban de “loco” al joven Pietri, quien vivía pobremente, y ya era bastante excéntrico, una “marca en sí mismo: inconfundible”. Aunque no fueron tan crueles como lo fue el aparato de seguridad de los EEUU con otro poeta boricua, Matos Paoli. Preso, torturado, consciente de lo que le estaba haciendo el Estado, la “fama” de loco que le habían “montado”, pero muy claro en cuanto a su capacidad creativa, escribió el laureado libro Canto de la locura, en el cual aparece el poema "¿Por qué desaparezco?", y de donde cito los siguientes versos:
Después de la sutil locura
se agranda mi Dios en los lirios,
empiezo a darme luz en las esquinas
y se paraliza el polen de los muertos
en lo que de mí está sellado.
se agranda mi Dios en los lirios,
empiezo a darme luz en las esquinas
y se paraliza el polen de los muertos
en lo que de mí está sellado.
Dos amigas artistas: una poeta y otra pintora. La poeta decidió estudiar psicología, no tanto para convertirse en una profesional, sino para poder comprenderse ella misma; se pudo dar “luz en las esquinas”. No tuvo tanta astucia la pintora; abusada y destruida lentamente por su familia, vive a los 70 años en medio de una “locura”, empastillada, que ella no entiende. Dice la poeta que los artistas absorben tanto, y lo expresan de maneras tan únicas, que si no pueden “manejar bien” sus talentos, emociones y cómo los ve la sociedad, caen bajo el yugo de los mediocres, los crueles y los que se aprovechan de ellos para imponer sus controles; incluyendo a los “especialistas”, familiares, compañeros de trabajo, el aparato de seguridad del Estado, e, incluso, acosados por gente buena con muy buenas intenciones, todos “normales”, que sirven para entender a la poeta, performera y activista trans argentina, Susy Shock: “Reivindico mi derecho a ser un monstruo y que otros sean lo normal”.
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