Dice el gruñón y malhumorado escritor boricua, Edgardo Rodríguez Juliá, que él gusta de coleccionar cosas, pero, “no personas; esto último existe, porque sí, hay fulanos y zutanas que coleccionan celebridades, o gente importante; a estos coleccionistas los llamo ‘starfuckers’”. Hay quienes no coleccionan individuos, expanden sus deseos hacia clases sociales, razas o grupos étnicos completos. En el Upper West Side de Manhattan se encuentran por las calles, buses, metro numerosos hombres y mujeres vestidas con ropas a la usanza de distintos pueblos tradicionales en África, Asia, Latino América. En San Juan hay más mujeres rubias que en Estocolmo. Algunas se blanquean los cachetes con cremas carcinógenas, y usan lentes de contactos de color azul, terminando con ojos color violeta. No es el grupo social, es hasta la otra raza lo que quieren ser.
Para Santo Tomás de Aquino, "gloria" denota la excelencia de alguien que es conocida y aprobada por otros. Explica que no hay nada malo en que otros reconozcan las buenas cualidades y obras de aquellos a quienes admiran. No escribió Santo Tomás de cuando es la persona, su nombre, el estatus, lo que hace sentirse glorioso al que pierde identidad; el aprecio ha sido desplazado, convertido en una desasociación del yo centrado.
Viven en su cuerpo, no tanto el placer que dan las glorias, obras del “significativo otro", sino al otro mismo. Como si al copiarlos o conocerlos fuesen ellos el objeto de la admiración, mutando anímicamente en aquelllos a quienes hacen parte de sus entrañas; calcan. Son la versión desdoblada de Norma Desmond, cuyo narcisismo, distinto al personaje de Sunset Boulevard, no es su propio ser, mas bien es la transferencia hacia ellos de lo que el otro representa. Tienen suerte: el Instituto Karolinska de Estocolmo realizó un experimento, publicado en la revista PLOS One, que demuestra que se puede confundir a una persona para que piense que el cuerpo de otro es el suyo. Una travesti en el bar Maude en Montreal recreó hace unos veranos atrás, con precisión y exageración histriónica, sin ncesidad del experimento sueco, la escena donde Norma Desmond dice: “There's nothing else. Just us, and the cameras.”
Para Santo Tomás de Aquino, "gloria" denota la excelencia de alguien que es conocida y aprobada por otros. Explica que no hay nada malo en que otros reconozcan las buenas cualidades y obras de aquellos a quienes admiran. No escribió Santo Tomás de cuando es la persona, su nombre, el estatus, lo que hace sentirse glorioso al que pierde identidad; el aprecio ha sido desplazado, convertido en una desasociación del yo centrado.
Viven en su cuerpo, no tanto el placer que dan las glorias, obras del “significativo otro", sino al otro mismo. Como si al copiarlos o conocerlos fuesen ellos el objeto de la admiración, mutando anímicamente en aquelllos a quienes hacen parte de sus entrañas; calcan. Son la versión desdoblada de Norma Desmond, cuyo narcisismo, distinto al personaje de Sunset Boulevard, no es su propio ser, mas bien es la transferencia hacia ellos de lo que el otro representa. Tienen suerte: el Instituto Karolinska de Estocolmo realizó un experimento, publicado en la revista PLOS One, que demuestra que se puede confundir a una persona para que piense que el cuerpo de otro es el suyo. Una travesti en el bar Maude en Montreal recreó hace unos veranos atrás, con precisión y exageración histriónica, sin ncesidad del experimento sueco, la escena donde Norma Desmond dice: “There's nothing else. Just us, and the cameras.”
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