El mar, a lo lejos, desde la terraza del Hotel Argentino lucía tranquilo; los tibios rayos del sol vespertino jugaban al escondite con las sombras que las nubes formaban sobre el inmenso Atlántico. Una tranquila tarde, por fuera. Por dentro, en mis entrañas, mi alma o el espíritu o mi estado emocional o mi historia se consumían. Como la opción de tomar calmantes o beber licor o anestesiarme con drogas no estaba entre mis posibilidades ni era parte de mis deseos, decidí cambiar el ambiente, buscar otros estímulos, otras sensaciones; opté por oír a Stan Getz interpretando La Chica de Ipanema. Astrud Gilberto lo acompañaba. No era ni soy una chica, ni estaba en Ipanema. La sensación de amor es la misma, en Piriápolis como en Rio de Janeiro. Getz y Gilberto lo comprobaron. Con ellos, amé de nuevo.
Sunday, June 17, 2018
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