Saturday, August 22, 2020

EDUCACIÓN BILINGÜE EN CCNY, SIMÓN RODRÍGUEZ (EL MAESTRO DE BOLÍVAR) Y HORACIO

Para el curso Métodos y Materiales en la Educación Bilingüe los estudiantes tenían que llevar a cabo dos estudios: uno de materiales educativos y el otro: métodos didácticos. Los materiales podían ser encontrados en el Workshop Center for Open Education o en la comunidad (en este blog he publicado relatos sobre el trabajo con algunos de esos materiales: desde plátanos hasta las pinturas de castas); los métodos, en sus aulas o estudios en bibliotecas. Horacio, un estudiante argentino, escogió como tema del estudio de métodos, las ideas de Simón Rodríguez, el que fue maestro de Bolívar; y que luego, después de regresar a Caracas, se unió a El Libertador y participó fallidamente en la implementación de programas educativos en las nuevas repúblicas latinoamericanas. 

Horacio -cual discípulo de Rodríguez, quien se movió constatemente por Jamaica, Estados Unidos, Europa y Sur América- también había viajado por las Américas; nunca completó el curso, ni la maestría en Educación Bilingüe. Años más tarde me topé con Horacio dos veces, separados ambos encuentros por unos cuantos años: la primera vez me dijo que estaba estudiando en Teachers College, y la segunda vez, andaba deambulando por Greenwich Village. Cuando lo vi la última vez, no dijo mucho, parecía algo desubicado, en un estado de shock, y no indagué sobre su vida en aquel momento. Yo estaba lidiando con los asuntos del Sida, muertos y amigos enfermos, y no quería exponerme a más angustias en aquella época tan obscura. 

Regreso a mis libros y encuentro dos libros que Horacio me regaló, dedicados, con una nota muy tierna; ambos escritos por Osvaldo Soriano -autor que yo desconocía-, otro trotamundos. Reviso los diarios que mantuve durante mis años como docente, y unos apuntes sobre lo que Horacio discutió conmigo: su interés en estudiar los métodos del maestro de Bolívar. Decido volver sobre el tema y leo a Francisco A. Ortega. “Tomen lo bueno, dejen lo malo: Simón Rodríguez y la educación popular”. Revista de Estudios Sociales, enero 2011. (https://journals.openedition.org/revestudsoc/11451)

Después de las independencias, los nuevos gobiernos latinoamericanos adoptaron el sistema lancasteriano como modelo/método educativo.  Constituído por una sistematización de convenciones y reglas, el método era fácilmente reproducible en diferentes contextos. Memorización y repetición de lecciones cortas y graduales en el proceso de instrucción, poniendo énfasis en la instrucción y reproducción de información, lograban conductas medibles y aceptadas, enmarcadas en una disciplina rígida y un estricto sistema de premios y castigos. Recuerda a los conductistas y sus taxonomías y planes con objetivos de conducta observable que hoy siguen controlando currículos y prácticas.

Rodríguez criticaba con dureza el método lancasteriano. Planteaba que dicho modelo era extremadamente rígido; un sistema que no permitía a los alumnos y profesores integrar en su práctica la originalidad e historias, las vidas de las nuevas sociedades americanas. De acuerdo al maestro de Bolívar, el método coartaba la interdependencia social y la formación de ciudadanos activos, críticos y creativos, única base segura para el desarrollo de las nuevas repúblicas. Influenciado por las ideas de Rousseau y Kant, partía de la distinción entre instruir y educar; por lo tanto, buscaba formar alumnos pensantes, discernientes, capaces de razonar y participar activamente en la esfera pública.

Simón Rodríguez, acusado de ser excéntrico, difícil de entender e irresponsable fue despedido del puesto que Bolívar le había conseguido como encargado de la educación en Perú (en la novela sobre El Libertador, García Márquez cuenta que la despedida de Rodríguez se debió a que éste era tan fiel a las ideas de Rousseau, que en un momento llegó hasta quitarse la ropa frente a maestros y estudiantes en una escuela andina), terminó desterrado y extremadamnete pobre, viviendo en un pueblo de la costa peruana. Manuela Sáenz, la libertadora, también terminó viviendo en el mismo pueblo. De Horacio tengo los libros, recuerdos, y como dije anteriormente, sobre su vida no supe más. 



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