En los medios y la red virtual algunos teóricos de la conspiración sugieren que la razón por la cual ciertos políticos apoyan a Trump es porque las fuerzas siniestras que se dedican a recoger información íntima tienen a estos “servidores públicos” contra la pared: o apoyan a Trump o sus “desviaciones sexuales” son expuestas en público.
En City College había una profesora blanca, “self appointed as the professional Jew of the College”, que se dedicó a controlar tras bastidores el Programa de Educación Bilingüe, logrando -con la ayuda de otros latinos- que los boricuas desaparecieran de la Escuela de Educación. Cuando no tenía a los otros latinos para que la apoyaran, y yo no le iba a servir de alcahuete y ella quería que no le dieran permanencia a otra boricua (much more astute and bitchier than her), me llamó a su oficina para acusarme de que yo, veinte años atrás, había acosado sexualmente a otro profesor. No fue la primera vez que mi sexualidad era usada para perseguirme, avergonzarme, "joderme la vida".
Lo que no podía entender la “bruja” vestida de izquierdosa, es que yo “me pasaba por las verijas” ese tipo de acusación. Ni ocurrió, ni lo haría, porque, primero, yo estaba fuera del clóset antes de entrar a trabajar en el College, marchado por los derechos de los gays, pertenecía a grupos de estudio, concienciación sobre las orientaciones sexuales y el acoso, tenía una pareja que no era para nada la “típica loca burguesa suburbana engabanada y encorbatada” como lo era aquel hombre mucho mayor que yo, tan feo que asustaba, opuesto en todo a mi amante (DEP). Mi pareja respondía a mis gustos en cuanto al tipo de hombre que me atraía: peso intelectual y compromiso con la humanidad (quien conoció a Günter sabe de lo que hablo), y además, por asuntos de una autoestima e imagen, deseos, que la profesora no entendía, siempre fui el conquistado. Igualito a muchos heteros que desconocen los recovecos de las dinámicas de los hombres gays, ella pensaba que yo iba a acosar a cualquier hombre por yo ser gay o por ser boricua, a cualquier hombre “blanco”. Además, me había ido de Guayama por causa de gente como ella, y no pensaba permitir que me asustaran. La miré, sonreí, y no la volví a saludar jamás (RIP).
En estos días de política Trumpista, parecida a la de la profesora en CCNY, a uno de esos políticos, por asuntos de cultura sureñaestadounidense, lo llaman Lindseybelle. A la otra, basado en la tradición oral y cinismo boricua, la han “tagged”, marcado como La Puerca de Juan Bobo. Con el historial racista, homofóbico, cargado de irresponsabilidad constitucional, quien apoya a Trump, nada en aguas muy turbias; y quien lo hace o es un racista, homofóbico igualito al presidente, o está siendo chantajeado, obligado a descartar el Estado de Derecho por asuntos privados. Si salieran de “El Clóset”, perderían votos, muchos votos, y quedarían delatados como lo que son: enemigos de los negros, los inmigrantes pobres y sus hijos encarcelados, las mujeres (Trump hizo alarde de agarrar “pussies” sin pizca de vergüenza), los homosexuales. O pondrían al descubierto cómo los “maricones” podemos convertirnos en enemigos peligrosos.
En estos días de política Trumpista, parecida a la de la profesora en CCNY, a uno de esos políticos, por asuntos de cultura sureñaestadounidense, lo llaman Lindseybelle. A la otra, basado en la tradición oral y cinismo boricua, la han “tagged”, marcado como La Puerca de Juan Bobo. Con el historial racista, homofóbico, cargado de irresponsabilidad constitucional, quien apoya a Trump, nada en aguas muy turbias; y quien lo hace o es un racista, homofóbico igualito al presidente, o está siendo chantajeado, obligado a descartar el Estado de Derecho por asuntos privados. Si salieran de “El Clóset”, perderían votos, muchos votos, y quedarían delatados como lo que son: enemigos de los negros, los inmigrantes pobres y sus hijos encarcelados, las mujeres (Trump hizo alarde de agarrar “pussies” sin pizca de vergüenza), los homosexuales. O pondrían al descubierto cómo los “maricones” podemos convertirnos en enemigos peligrosos.
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