Los soles truncos (1958) por René Marqués recrea las experiencias traumatizantes y decadentes que vive la burguesía colonial; los deseos y vivencias ilusas que tienen las hermanas en un antiguo y deteriorado caserón en San Juan. La luz que entra a la casa es fragmentada por los soles truncos. Las protagonistas prefieren vivir dentro de una burbuja que responde a unos esquemas mentales clasistas y racistas, completamnte desligadas de las masas que conforman el resto de la población puertoriqueña. Temerosas, no quieren ni pueden soltar los privilegios que una vez tenían. Las hermanas de Los soles truncos fueron reemplazadas por tres hombres gays boricuas, con pinta y metal de voz tipo burgués sanjuanero, modales afectados, mascarillas de diseñador, comentarios comemierderos y sonrisas burlonas, sentados en una mesa frente a la fonda hipster La alcapurria quemá. Yo estaba en una mesa al lado de ellos. Desde el bar al cruzar la calle, unos muchachos completamente opuestos a los tres gays, en voz y actitud, los señalaban y sonreían. Lo mismo me pasa a mí con las protagonistas de la obra de René Marqués, no les tengo ni pizca de lástima. Creo firmemente que se me haría más fácil -por miles de razones que no caben en este breve recuento, incluyendo mi mancha de plátano y modales de jíbaro cerrero- hablar y lograr que los tres jóvenes proletarios adquieran un grado de comprensión de las relaciones y luchas por el poder, que lo que pudiera conseguir con los gays cuyas mentalidades están encajonadas en los estatus de clase y color. Es que yo sé, como dice mi buen amigo Monchín -“que mucha loca bien pendeja hay en San Juan”-, soles truncados.
Monday, August 10, 2020
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