Sunday, March 3, 2019

ENGLISH AS A COLONIAL LANGUAGE: SORRY, HAMLET, WE WON'T READ ABOUT YOU

Pruebas para entender el inglés, su aprendizaje y los puertorriqueños:

"A continuación, se reflexiona sobre el tema conforme a los hechos sociolingüísticos que revelan la inamovilidad estructural del inglés en Puerto Rico como lengua de grandes negocios e iniciativas políticas, frente al empobrecimiento gradual del español para los mismos fines y su relegación al ámbito artístico o estrictamente académico." (Enciclopedia de Puerto Rico)

"En el 1899, Víctor Clark, uno de los estadounidenses a quien el primer gobierno militar establecido en Puerto Rico le encargó los asuntos educativos, se refirió al español como un idioma impuro e incomprensible, de poco valor intelectual y para el cual los puertorriqueños no demostraban devoción. Esto sirvió de excusa para que, amparados en la Ley Foraker del 12 de abril de 1902, el gobierno norteamericano comenzara a reglamentar el uso del inglés como idioma de enseñanza. En 1902, se decretó la Ley de los Idiomas Oficiales del 21 de febrero, que establecía el uso indistinto de los idiomas inglés y español en las esferas importantes del país. Esas esferas importantes estaban dirigidas por funcionarios del gobierno norteamericano que no hablaban español. Por lo tanto, había un dominio implícito del inglés. A esto se le añade que, entre 1904 y 1907, el comisionado Roland P. Fulkner hizo las gestiones para convertir al inglés en idioma único de enseñanza.” (Gabriela Ortiz. Blog: Debate del idioma en Puerto Rico)

"El propio gobernador tomaba parte activa en la cruzada. Un famoso discurso suyo, conocido popularmente como «el discurso de Agapito», es uno de los más contundentes ejemplos de esta actitud.  Pero a pesar de ello, el Gobierno abrió, sin quererlo, una pequeña ventana a la influencia del inglés, concretamente en la nomenclatura seleccionada para designar a ciertas unidades gubernamentales. Dicha nomenclatura, al igual que toda la documentación emitida por el Estado Libre Asociado, debía estar en español y en inglés. Cuando se revisan esos documentos se advierte que el cuidado desplegado en esa gestión dio amplios frutos. Hubiese sido ingenuo, sin embargo, esperar que la misma hubiese estado exenta de anglicismos y de calcos de esa lengua. No fue así.” (“El influjo del inglés en el español de Puerto Rico” por Humberto López Morales) 

"El idioma es nustra última trinchera" (Luis Rafel Sánchez, El País)

“Hace poco oí en la radio de Nashville la frase 'For WPLN News, I’m Sergio Martínez-Beltrán'. Fue una sorpresa. El nombre no estaba americanizado. La pronunciación era hispana y sonaba hasta puertorriqueña. Era algo nuevo en la radio de Tennessee, pero también era algo que había oído hacía muchos años.

Recordé que cuando era profesor en Austin, Texas, oí una entrevista con el artista Guillermo Gómez-Peña en National Public Radio y quedé embelesado con su voz mexicana en inglés. Soy de la generación de inmigrantes que quería perder su acento. Escritores como Richard Rodríguez y Julia Álvarez han explicado la complejidad de este fenómeno mucho mejor de lo que puedo hacerlo yo aquí. Tal vez nuestra generación aspiraba a perderlo porque pensábamos que era un requisito para ser aceptado por la sociedad norteamericana. No lo sé. Lo cierto es que cuando oí la voz de Guillermo Gómez-Peña fue la primera vez que presentí que la voz hispana le añadía algo único y precioso al inglés.” (Benigno Trigo. El Nuevo Dia)

“Al hablar inglés, estos funcionarios tienen acento (a veces ligero, pero siempre presente) y su uso de la lengua es escolar, es decir, no tiene el respaldo de una cultura lingüística viva. Es un inglés de salón de clase, campus universitario e internet, no el de la madre, la calle ni la historia. En ese inglés nunca hubo rodillas peladas ni un puñetazo acompañado de un insulto.” (Eduardo Lalo. El Nuevo Dia)

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