Me escribe y pregunta un lector de mi blog, ex-compañero profesor universitario: "¿Cómo puede una persona que ha conocido la pobreza, la discriminación -en referencia a los personajes del relato El Principito Uruguayo- salir o ser amigo, o esperar tener una relación con una persona que disfruta de hacer chistes y comentarios racistas, xenofóbicos, despectivos sobre los indígenas, los negros; que desprecia con sus comentarios a los que llama "centrucas", los centroamericanos; a los pobres de su país, llamándole "planchas", que apoya ideas de corte fascista y a políticos como Trump?".
No deja de sorprender el hecho que ese personaje es un gay que no ha salido del clóset, mental y físico, que apoya grupos y partidos políticos de derecha -y es harto conocido que esos grupos y partidos son fundamentalmente homofóbicos-, disfruta del sexo anónimo entre las dunas en la playa, y en particular con hombres que representan la autoridad: policías, soldados; y aunque tiene ínfulas de "ario", sus caracteristicas físicas lo colocan entre los que son considerados como un "mischlinge" por los alemanes, los anglo sajones, los nórdicos; un "sudaca" en España, un "latino" en los USA, un personaje bastante ignorante en cuánto a cómo lo ve y juzga el resto del mundo al que él cree que pertenece. Otro que al igual que sus juguetes humanos sufre de "disociación mental", una patología que no les permite reconocer que sus juegos sicológicos hacen daño a ellos y a otros.
En gran medida, El Principito Uruguayo recuerda a otro personaje que fue descrito en este blog: El Machoide Criollo de Genet; un libidinoso mulato puertorriqueño que se presenta como un hombre blanco, serio, casado -por dar el show-, correcto, culto, con buenos modales, cuando en realidad su mundo interno es otro: se pasa las noches por los arrabales de San Juan buscando chulos, o tratando de conquistar hombres heterosexuales, y que además, traiciona a sus amigos, ya que trata de quitarle los novios, solo por satisfacer su morbo; un tipo sin pizca de moral.
Los conquistados por El Principito Uruguayo crearon, armaron una "realidad alterna" que servía para justificar, disfrutar y evadir lo que el Casanova les mostraba con algunos de sus piropos, comentarios, correos electrónicos; muchos eran profundamente sádicos. La pregunta y respuestas en torno a los miembros de grupos que han sufrido la discriminación o la persecusión, y que aspiran a tener relaciones con personajes como el representado en el relato El Principito Uruguayo, han sido investigadas, estudiadas en otros contextos y con otros sujetos; sus narrativas aparecen en la extensa literatura teórica que explora ese tema; han sido novelizados, recreados en crónicas, poesías, cuentos; y han recibido cobertura en los medios de comunicación de masas que discuten las ilusiones del "poder", la banalidad del mismo, las relaciones entre grupos e individuos, el "self-hate", la crueldad personalizada y su "disociación mental", la percepción distorsionada del yo "and the significant other". Algunos de esos textos teóricos y literarios son citados o usados como referentes en los relatos/crónicas que cuentan brevemente las dinámicas que se dieron entre El Principito Uruguayo y sus viejos.
(En psicología, el término disociación describe una amplia variedad de experiencias que pueden ir desde un leve distanciamiento del ambiente circundante hasta distanciamientos más graves de la experiencia física y emocional. La principal característica de todos los fenómenos disociativos consiste en el distanciamiento de la realidad, en contraste con la pérdida de la realidad, como ocurre en la psicosis. Las experiencias disociativas se caracterizan además por la presencia de una variedad de construcciones mentales maladaptativas en la capacidad imaginativa natural de la persona.)
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