Sunday, September 11, 2016

QUERELLE Y EL REVÉS DEL DESEO

Las víctimas de Querelle consumaron el deseo de ser dominadas, destruidas por el chulo, el marinero que iba de puerto en puerto cobrando sus víctimas. Querelle deseaba algo más que poseerlas, que eliminarlas, y no lo logró: que estimularan su pasión por el sacrificio, que lo sedujeran hasta poseerlo. Sí, que sus victimas cambiaran de rol, erizando por dentro el placer, el morbo del chulo francés, obligándolo una y otra vez a tratar de satisfacer su ansiedad, sin lograr por completo el orgasmo síquico, mantenerlo en una continua erección, un frotar del sexo, sin nunca eyacular. Las víctimas de Querelle se entregaron por completo; no aprendieron a jugar con Querelle.

El Plancha Boricua entendió a Querelle, que su cruel navaja tenía dos filos; se propuso que lentamente mantendría a El Principito Uruguayo en la expectativa; convertiría al seductor en objeto a ser conquistado, no sexualmente, sino estimulando el psique, la substancia, la adrenalina que provocaba, inducía al estado de éxtasis del cual disfrutaba el casanova uruguayo. No iba a ser una víctimas más, no perdería su orgullo, no callaría, o se suicidaría, como hicieron otros una vez el uruguayo los despachaba, se cansaba de jugar con el ego de los viejos gays y les dejaba saber que no estaba interesado en ellos. Revirtió los papeles y funciones del juego erótico, añadió participantes, y lo hizo en el mundo que tanto placer le daba a El Principito Uruguayo: en los cuartos y rutas obscuras de la red. Desde allí comenzó el cambio de quién seducía qué, a quién.

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