Nunca está quieto. Viaja continuamente. De puerto en puerto, de correo electrónico en correo electrónico, de red social en red social. Selfies, solo él.
Es el centro de cada historia, cada foto, acompañado por los monumentos que usa como referentes, o como motivo de sus intereses: en Roma, una fuente; París, las patas de la Eiffel; Madrid, el AVE en Atocha rozaba su cara; Cuba, un helado de Coppelia sin la Alonso; San Juan, cual virgen en nicho en la Garita del Diablo; Buenos Aires, el puerto alumbrado por el río la Plata; Nueva York, la estatua de un viejo en el Museo de Cera; Nueva Orleáns, el nombre del tenesiniano tranvía lo corona, delata la cara que busca satisfacer un insaciable deseo.
Friday, September 23, 2016
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