Nunca definieron el adjetivo pandémica. No tenían que hacerlo. Pude oir lo suficiente para poder entender cuál era el pandemismo de la referida loca, que a fin de cuentas, era menos importante que el hecho de que dicho calificativo abarcaba un tipo de síndrome, y la aludida loca podía ser un peligro para cualquier hombre gay mayorcito que estaba bajo el ojo del Estado o la derecha o locas maliciosas en busca de sangre, las Querelle de la política.
Los dos parlanchines cerca de mi banco en La Placita, lo menos que se imaginaban era que yo pude atar cabos para sospecharme que la pandemista conquistaba cierto tipo de gay, lo espiaba para servir a saber quién. Con este último, y que puede que haya jugado su última carta, durante años de elecciones, tirando al medio a la otra loca, muy comprometido en la política, de corazón, pero facilito en los asuntos del amor. El pandemista tampoco ha sido mu astuto, dijeron los dos gays activistas en La Placita, puesto que está siendo rastreado en las redes sociales, donde los pandemistas abundan tanto como El Covi.
Los dos parlanchines cerca de mi banco en La Placita, lo menos que se imaginaban era que yo pude atar cabos para sospecharme que la pandemista conquistaba cierto tipo de gay, lo espiaba para servir a saber quién. Con este último, y que puede que haya jugado su última carta, durante años de elecciones, tirando al medio a la otra loca, muy comprometido en la política, de corazón, pero facilito en los asuntos del amor. El pandemista tampoco ha sido mu astuto, dijeron los dos gays activistas en La Placita, puesto que está siendo rastreado en las redes sociales, donde los pandemistas abundan tanto como El Covi.
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