Wednesday, July 1, 2020

LA ENSEÑANZA DE LA LECTURA CULIPANDEADORA FRENTE A LAS TRAMPAS DE LA FE

Octavio Paz escribió en Sor Juana Inez de la Cruz o las trampas de la fe: a la poeta y monja hay que leerla muchas veces. Nada nuevo sobre el misterioso don del ser humano: poder volver sobre los subtextos y entrar en los subsuelos del cerebro. Leemos al texto cómo leemos el mundo; cada uno de los leídos es comprendido acorde los cúmulos de lecturas y experiencias que han formado al lector. Bettelheim teoriza sobre el por qué los chicos quieren que les lean el mismo cuento, tantas veces como los padres repiten, “si ya te...”, y basados en la fe de que por algo los chicos quieren oir el mismo cuento, leen de nuevo. 

Contrario a la creencia popular de que lo bíblico es muestra de la revelación como fuente de la sabiduría, expresión divina, las respuestas del Jesúscristo histórico reflejan su educación dentro del judaismo enmarcado en el enfoque racional helénico; el cual estructuraba y codificaba la vida cultural del Imperio Romano. Ha sido señalada en la historia de la educación, la influencia de las corrientes filosóficas predominantes en Roma -el estoicismo y el cinismo- en la eseñanza en el Israel del siglo primero de nuestra era. Las lecturas de los evangélicos contemporáneos parecen estar guiadas por corrientes distintas a las que sirvieron a Cristo (para otro ensayo). 

Qué dicha causa el gusto del lector seisañero -quien no ha despuntado muy bien en el primer grado-: sin pensarlo dos veces, con el nuevo regalo comienza a formar palabras; escoge de entre los silabarios escritos y segregados en tarjetas. Juega, forma y lee palabras sin tener que decidir si ese sonido tan raro va con esa letra o aquella otra: "mi ma ma me a ma". A esa edad, jugar, lo lúdico, como las ideas helénicas de Cristo o el afrontar las diversas trampas de la fe, no se puede separar de cómo leemos al mundo. 

Para los educadores puertorriqueños que diseñaron e implementaron el "major" en Educación Bilingüe en CCNY, las lecturas de -y sobre- los estudiantes puertorriqueños incluían textos, fuentes y experiencias personales que cuestionaban y desmantelaban, con datos y explicaciones bien pensadas y fundamentadas, las ideas "torcidas" que los "colonizadores" formularon para justificar la colonización. Los que vinieron después de que a los boricuas les negaran permanencia o nuevo contrato, desconocías esas fuentes y textos, repetían lo que oyeron y leyeron, material que ya, desde los setenta había sido desechado como bazofia propagandística. 

Los estudiantes de maestría, hispanocaribeños, dejaron sin voz a los angloamericanos, graduados de universidad y especializados en español, cuando leyeron y discutieron los poemas afroantillanos de Palés, Cabral, Guillén. Durante el semestre, con los hispanocaribeños -por razones diversas- había tenido que individualizar mi docencia; usar ejercicios de análisis de cohesión textual, palabras, frases, conceptos, oraciones compuestas para ayudarlos a comprender los textos teóricos, una tarea que no hice con los angloamericanos pues comprendían muy bien las lecturas, escritas en español académico. Cuando llegó el momento de leer a los reconocidos poetas, los angloamericanos no pudieron entrar en los subtextos pues sus subsuelos en el cerebro no incluían “la masa con masa culipandeando por la Calle Antillana”. 

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