En la fábula El Cuervo y la Zorra, el cuervo por vanidoso soltó el queso que tenía en su pico, cuando respondió a los halagos de la zorra: ésta le dijo que él tenía una hermosa voz. En ese momento la fábula cumple con los criterios narrativos que exige su género, incluyendo la moraleja. Mas ese no pudo ser el final. Al perder la comida, con el orgullo herido, cuervo al fin, éste decidió tomar control del asunto, y alzó vuelo (vean documentales en PBS sobre cuervos defendiendo sus cuervitos, territorio y comidas), apuntó directamente a la nuca de la zorra, y con un certero picotazo la hirió mortalmente, luego el estómago, una y otra vez, hasta lograr sacarle el queso ensangrentado. La zorra moribunda, se arrastraba, dejaba el queso atrás. El cuervo no comió el queso, sólo quería vengarse. Hay que cuidarse de las fábulas, sugiere Bruno Bettelheim en su libro sobre cuentos de hadas.
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