Saturday, July 28, 2018

FIESTAS DE CUMPLEAÑOS

Eran los quince; no hubo fiesta. Nunca las hubo porque no se acostumbraba, no había dinero para bizcochos y celebraciones. Los vecinos celebraban cumpleaños; y algunos nos invitaban. Otras familias igual de pobres en el barrio tampoco los celebraban. Mi relación con las fiestas de cumpleaños ha sido puesta sobre la mesa/teléfono/celular cuando recordábamos mi prima y yo, no haber tenido fiestas de cumpleaños cuando niños y adolescentes. Al pueblo de Cayey íbamos, a las celebradas en grandes caserones; donde teníamos tías y tíos con dinero y buena posición social, en lo que era un pueblo agrícola; hoy convertido en un adefesio de concreto, combinación suburbio sin fin de grandes anuncios de fast foods con planchas de zinc decorando los techos comerciales. Esa vida -visión de lejos- hace de los eventos domésticos un tema, estudio: desde cómo tratan y qué celebran los que celebran cumpleaños. Qué batallas o campos de paz, quién decide, quién entra y quién no. Cumplir quince, y enterarte que el hijo del primo, indiecito -el "negrito": decían-, de la misma edad, criado por su abuela, recién muerta; fue para esas fechas cuando buscaron excusas para tirarlo a la calle.

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