Obligados por los que se avergüenzan de ellos -o por ser odiados- a que se escondan y pretendan ser lo que no son; controlados por sus miedos y sus deseos de ser otros; prohibidas sus posibilidades de explorar sus sexualidades, sus cuerpos (los intersexuales son los que más se esconden); silenciadas sus vidas llenas de opresión e ignorancia; aterrorizados, excluidos, acusados, y abusados fisicamente; en vela, que no los maten, o a que ante tanta ofensa se suiciden, muchos se convierten en sus propios enemigos. Otros, una vez salen del clóset, el armario, el placard, despojan sus defensas y dan cara, arman instituciones, estudian sobre sus vidas, escriben, delatan, comienzan el proceso de sanación, liberación de trabas políticas y sociales, y no hay marcha atrás.
Hace más 50 años comencé ese proceso de decir la verdad sobre la homosexualidad; enfrentarme a la familia conservadora católica, sociedad; estudiar con detenimiento la literatura sobre la homosexualidad, la intersexualidad, y si algo no parece cambiar, es la cantidad de fotutos pobremente informados o falto de evidencia que andan dando cátedra sobre la homosexualidad. Quizás los homos debemos responder como lo hacen los afroamericanos cuando los gringos blancos discurren sobre ellos: "Stop blaxplaning us" (dejen de homoexplicarnos).
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