“La universidad no busca los mejores talentos”: Einstein
De cien mil, uno logra sobresalir en su campo. Algunos son excelentes maestros y como tal deberían ser reconocidos, pero el clima -falso, por demás- que la universidad promueve los lleva u obliga a pretender y aspirar a ser grandes investigadores, científicos, sin lograr mucho. Se multiplican; y repiten los que miles como ellos publican. Hoy, enredados en el lenguaje posmoderno, rebuscado y borujado, reciclan lo que otros dicen con ese estilo que recuerda a distintas versiones de Cantinflas y al “affaire Sokal”. Aquellos que profesan al margen de esa ilusión en la academia, ya sea por dedicarse a explorar el arte o la didáctica de -y en- las disciplinas pagan un precio muy alto -no son promovidos o consiguen permanencia (viví en carne propia como a la mejor docente en su práctica, una profesora puertorriqueña, que tuvo el Programa de Educación Bilingüe en CCNY durante mis treinta y pico de años en el mismo, le fue negado el “tenure” por causa del racismo de unas profesoras blancas -mediocres ambas- y la mezquindad y politiquería barata de una compañera latina). Mientras tanto, mlles de profesores que se pasan publicando lo mismo, dicho de otra manera, suben como espuma, y sin consiguen fondos para que la universidad haga dinero, mejor todavía. No es accidente que los adelantos que hoy se dan, en su mayoría en las ciencias y tecnologías, ocurren fuera de los campus universitarios; y estos últimos, ni se enteran; no tienen los mejores talentos ni entienden por qué. Como el lenguaje posmoderno que usan para escribir sus textos, viven en borujos, hablan como Cantinflas y escriben tipo “affaire Sokal”.
De cien mil, uno logra sobresalir en su campo. Algunos son excelentes maestros y como tal deberían ser reconocidos, pero el clima -falso, por demás- que la universidad promueve los lleva u obliga a pretender y aspirar a ser grandes investigadores, científicos, sin lograr mucho. Se multiplican; y repiten los que miles como ellos publican. Hoy, enredados en el lenguaje posmoderno, rebuscado y borujado, reciclan lo que otros dicen con ese estilo que recuerda a distintas versiones de Cantinflas y al “affaire Sokal”. Aquellos que profesan al margen de esa ilusión en la academia, ya sea por dedicarse a explorar el arte o la didáctica de -y en- las disciplinas pagan un precio muy alto -no son promovidos o consiguen permanencia (viví en carne propia como a la mejor docente en su práctica, una profesora puertorriqueña, que tuvo el Programa de Educación Bilingüe en CCNY durante mis treinta y pico de años en el mismo, le fue negado el “tenure” por causa del racismo de unas profesoras blancas -mediocres ambas- y la mezquindad y politiquería barata de una compañera latina). Mientras tanto, mlles de profesores que se pasan publicando lo mismo, dicho de otra manera, suben como espuma, y sin consiguen fondos para que la universidad haga dinero, mejor todavía. No es accidente que los adelantos que hoy se dan, en su mayoría en las ciencias y tecnologías, ocurren fuera de los campus universitarios; y estos últimos, ni se enteran; no tienen los mejores talentos ni entienden por qué. Como el lenguaje posmoderno que usan para escribir sus textos, viven en borujos, hablan como Cantinflas y escriben tipo “affaire Sokal”.
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