Todo está en calma, por fuera. Por dentro, por toda la piel, en cada neurona, célula, poro, órgano quedan las vibraciones, la melodía, la tonada, la letra, tus palabras, caricias, besos de fuego. Quedas tú.
"Que alguien me diga" si es posible olvidarte, y si tratan de demostrarlo, ¡qué va!, sonrío. "Tu recuerdo me golpea", derrumba el corazón, me invade, "se apodera de mi alma".
Lloras, te quejas, te consuelo con la vista; y con mis labios y los temblorosos dedos toco todo tu cuerpo; y vos con tu recuerdo arrullas el mío. Nos amamos.
El viento austral en Punta, los copitos de nieve en Manhattan, en la quietud de la noche, nos acurrucan y bailan con "nosotros, que nos queremos tanto".
En silencio, "como un cazador furtivo" me persigues.
"No me extraña tu presencia". Te oigo por dentro, y en cada neurona, célula, poro, órgano te siento. Bailamos.
- ¿Quién más iba en el Porsche?
- No recuerdo. Eran tantos.
- ¡Qué extraño! Usted no tenía compañía cuando llegó la policía.
- Besos, muchos besos.
Thursday, April 30, 2015
Wednesday, April 29, 2015
46. Estadios. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Dejé de amar con alma de niño, y me hice hombre, olí tu "perfume de gardenias", fui mujer, "de venus, de ciprés", conocí el bolero en todos sus estadios, momentos, motivos e interpretaciones.
Crecí con él y él conmigo. Me lo permití. "A mí me pasa lo mismo que a usted". Me lo permitió.
Y antes de que llegaras, sabía que "me faltaba amor, me faltaba paz
me faltabas tú", y junto a ti vinieron todos ellos, uno por uno. Son tantos los boleristas, autores, compositores, amantes, letras, notas, sensaciones, que al igual que el poeta de Collores, "aquí la memoria pierdo".
No recuerdo todos sus nombres, ni qué decían, qué cantaban.
Recuerdo que a mi vida llegaste "a borrar las noches", los "amargos desvelos", darme consuelo, a despertar los estados de ánimo que cada bolero provoca,
Recuerdo lo que has sido, eres: "tu risa es una rima de alegres notas".
Fueron muchos los que estuvieron conmigo, con nosotros, durante aquella noche de tormentas invernales y vientos australes, en el sur y en el norte, mas en cada baile, solo uno, sin esperarlo. fue mi bolero.
- ¿Bailamos?
- ¿Dónde?
Crecí con él y él conmigo. Me lo permití. "A mí me pasa lo mismo que a usted". Me lo permitió.
Y antes de que llegaras, sabía que "me faltaba amor, me faltaba paz
me faltabas tú", y junto a ti vinieron todos ellos, uno por uno. Son tantos los boleristas, autores, compositores, amantes, letras, notas, sensaciones, que al igual que el poeta de Collores, "aquí la memoria pierdo".
No recuerdo todos sus nombres, ni qué decían, qué cantaban.
Recuerdo que a mi vida llegaste "a borrar las noches", los "amargos desvelos", darme consuelo, a despertar los estados de ánimo que cada bolero provoca,
Recuerdo lo que has sido, eres: "tu risa es una rima de alegres notas".
Fueron muchos los que estuvieron conmigo, con nosotros, durante aquella noche de tormentas invernales y vientos australes, en el sur y en el norte, mas en cada baile, solo uno, sin esperarlo. fue mi bolero.
- ¿Bailamos?
- ¿Dónde?
Tuesday, April 28, 2015
3. Sensaciones. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Temblorosas las manos, las alza hasta el tope de la puerta y rasga la madera, cae de rodillas, grita - hijo de puta, hijo de puta- en descenso el llanto y un murmullo, repetido una y otra vez - hijo de puta.
Llora desconsoladamente y dice con voz desesperada, silabea, llena de resignación -hi jo de pu ta! - grita - ¡hijodeputaaaaaaa!
Para de leer el guión y corre hasta la tableta para chequear sus correos electrónicos, salta a enlaces, regresa y contesta el mensaje que le sirve de aliento, ahogo, razón para explicar a alguien más por qué no puede estar sin su gadgets.
Un mensaje solamente fue suficiente golpe para abrirle la respiración, controlada durante la sofocante espera. Con el enlace que lo lleva a las fotos y vídeos del apartamento que está comprando -¡y tener que dejar la pintoresca y diversa Ciudad Vieja para cambiarla por el homogéneo Centro! -, el estado de ánimo se mueve del espacio que ocupa la ansiedad a los planos donde se es guiado por la razón.
- ¿Qué quieres?
- ¿Por qué me hablas así?
- ¿Qué tú crees?
- ¿Cuándo comenzaste a usar el tú?
- ¡Qué importa!
- Importa sí
- ¿Nos vamos?
- Sí, vámonos.
La luz de la calurosa tarde del febrero austral alumbra la habitación color blanco estéril; delata con las sombras el impresionante y cargado mundo de tubos y equipos que maquillan con sus brillos y líquidos la pálida cara de la que pasó su vida detrás de una telenovela, novelita romántica copiada de una revista de modas y quinceañeros. Los recuerdos se confunden con los sueros de todo tipo que la unen a otras fórmulas. Él aparece y desaparece.
El Porsche, destruido, sin memoria de la noche de anoche.
Llora desconsoladamente y dice con voz desesperada, silabea, llena de resignación -hi jo de pu ta! - grita - ¡hijodeputaaaaaaa!
Para de leer el guión y corre hasta la tableta para chequear sus correos electrónicos, salta a enlaces, regresa y contesta el mensaje que le sirve de aliento, ahogo, razón para explicar a alguien más por qué no puede estar sin su gadgets.
Un mensaje solamente fue suficiente golpe para abrirle la respiración, controlada durante la sofocante espera. Con el enlace que lo lleva a las fotos y vídeos del apartamento que está comprando -¡y tener que dejar la pintoresca y diversa Ciudad Vieja para cambiarla por el homogéneo Centro! -, el estado de ánimo se mueve del espacio que ocupa la ansiedad a los planos donde se es guiado por la razón.
- ¿Qué quieres?
- ¿Por qué me hablas así?
- ¿Qué tú crees?
- ¿Cuándo comenzaste a usar el tú?
- ¡Qué importa!
- Importa sí
- ¿Nos vamos?
- Sí, vámonos.
La luz de la calurosa tarde del febrero austral alumbra la habitación color blanco estéril; delata con las sombras el impresionante y cargado mundo de tubos y equipos que maquillan con sus brillos y líquidos la pálida cara de la que pasó su vida detrás de una telenovela, novelita romántica copiada de una revista de modas y quinceañeros. Los recuerdos se confunden con los sueros de todo tipo que la unen a otras fórmulas. Él aparece y desaparece.
El Porsche, destruido, sin memoria de la noche de anoche.
2. Cuerdas. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Aturdida, la René Barrios. No puede esperar frente al teléfono multi-funcional o frente a cualquier otro artefacto por su correo electrónico.
Boleros. La Barrios interpreta a la Rexach.
Delirantes. No escribió durante todo el fin de semana, para luego escribir el domingo tarde en la noche, un mensaje corto, "acabo de llegar de Punta", con un enlace a un pueblo uruguayo, "donde iremos" cuando esté por allá -, y su gusto por activar celos o ansiedad.
Deseos. El relato, filtrado por el buen gusto y las técnicas bolerístico-narrativas telledianas, se conjuga.
Juegos románticos, más divertidos que los celos; más intensos, lúdicos, que la ansiedad causada por la espera.
Distancia, de lejos como puede ocurrir durante una tarde de lluvia manzaneriana; de viaje en la nave de la Rexach, sin rumbo, un texto que supera la vivencia.
Boleros. La Barrios interpreta a la Rexach.
Delirantes. No escribió durante todo el fin de semana, para luego escribir el domingo tarde en la noche, un mensaje corto, "acabo de llegar de Punta", con un enlace a un pueblo uruguayo, "donde iremos" cuando esté por allá -, y su gusto por activar celos o ansiedad.
Deseos. El relato, filtrado por el buen gusto y las técnicas bolerístico-narrativas telledianas, se conjuga.
Juegos románticos, más divertidos que los celos; más intensos, lúdicos, que la ansiedad causada por la espera.
Distancia, de lejos como puede ocurrir durante una tarde de lluvia manzaneriana; de viaje en la nave de la Rexach, sin rumbo, un texto que supera la vivencia.
1. Pentagrama. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
La noche no fue interrumpida por mujeres de ojos color turquesa, rostros de nácar, sentadas al lado de hombres de pelo gris, apuestos galanes hacia quienes ellas extienden lentamente sus angulares y finas manos, uñas rojo encendido, en camino a Montevideo.
El chillido de las llantas acompaña al frenar sin control. Retira las manos, las lleva hasta los muslos, la falda, la boca; un suspiro, el Porsche destruido.
Silencio sepulcral. Sonidos de sirenas. Ofuscados recuerdos de la pasada noche, la que duró diez años en cuajar y empezó la mañana de ese San Valentín.
La voz de Corin Tellado canta, "La noche de anoche".
14 de febrero, 6:00 am: Ding, ding, ding timbrea el email, del café a la pantalla en menos de un segundo. Un San Valentín que no esperaba y el re-inicio de una relación perdida, no olvidaba, neutralizada, para esta mañana ser activada de nuevo sin "deletes". ¿Hasta cuándo?
Empezó hace diez años y aquella mañana, día, noche de San Valentín volvió, y "yo que estaba tan tranquila... " cantaría su versión Corín Tellado; tanto años más tarde, sigue, no para.
14 de febrero - 14 de marzo: Los dings se multiplican, diez veces al día, esta historia, otra, sugerencias y deseos de compartir mucho más que mensajes cibernéticos: vivir juntos, casas y playas; dudas: estoy muy viejo, no importa, te cuido, me cuidas.
Pausa, el subir y bajar de emociones sueltan las defensas y las verdades empiezan a aparecer, los celos infundados, equivocados juegos eróticos y repetición de lo que ya había antes detonado la separación.
En Montevideo lo conocí. Su enrizado pelo negro, sus verde gris y ovalados ojos dirigían el deseo: poseerlo, besarlo, caminar por las ramblas, de manos. Me controlé.
La Tellado sigue con su versión, "todo es nuevo para mi, estoy aturdida".
14 de marzo, 6:00 am: Ruptura y definición de espacios e intereses. Otro hasta luego, otro relato, otra despedida, quizás diez años más tarde. Una explicación poco telladiana detona los conflictos.
¿Raíces distintas? Me sentí como una mata. Delete.
Ni le quise preguntar a qué se refería, yo no estaba listo.
Si no hubiese incluido las raíces junto a las otras categorías diferenciales - país, costumbres - y señalado raíz como otro determinante de las diferencias, no me hubiese despertado la curiosidad.
- Siempre has dicho que desciendes un bote, y en clara distinción entre vos y los que no descienden de botes,
Sin dar muchas vueltas es fácil imaginar quiénes son los otros, los que no descienden de botes para confirmar la sospecha de que mi diferencia en cuanto a raíz y tronco oponía a la de los que "llegaron" en botes.
Al muy clasificado pretendiente no le pasó por la mente que mis raíces (entiéndase que lo mas cercano a la raíz es el DNA) también llegaron en bote, con altos por cientos de herencia genética adquirida después de hacer muchos transbordes: desde Africa, Europa, Asia; y en el caso de los antillanos, llegaron también de la Guajira, Amazonía, otras islas.
"Si estoy sintiendo lo que nunca sentí" enreda la una vez tranquila vida, ajustada a la edad, las rutinas, lo predecible, desplaza las contradicciones, las ideas sobre orígenes, sexo, deseos "te lo juro, todo es nuevo para mí".
14 de marzo, 7:00am: Me identifico con el cono sur, tomo mate, oigo boleros, Corín canta "La noche de anoche". Proceso las últimas semanas, los últimos diez años.
Yo que estaba "disfrutando de esa calma de un amor que ya pasó", en esa etapa, a la edad sesentona cuando quedan solas, quietas las palabras, los sentimientos apaciguados, hasta que vuelve, escribe, empezar de cero, de nuevo. y cuestionar, "qué tú estas haciendo de mi.....".
14 de marzo, 9:00pm: Un ding, otro ding y otro ding me atraen a la pantalla, pide una segunda oportunidad, todos los antepasados llegaron en bote, yolas, a pie, sin compromisos, conocernos, una segunda oportunidad.
- ¿Qué quée?, si llevamos diez años en ésta -. Le digo que sí.
Vuelvo a sentir lo que no quería despertar, lo que esta noche "....me hace comprender, que yo he vivido esperando por ti".
15 de marzo, 4:am: La voz de Corín acompaña los delirios de la mujer de ojos color turquesa y largas acicaladas uñas color rojo subido, sus lamentos, sentirse engañada - ¿por qué me llevaste hasta Punta del Este, si sabías que vos no me querías? Mentiras, puras mentiras, tus correos eran puras mentiras. - y Corin, asombrada, les dice, "estoy aturdida".
Y así un capítulo más de un romance gay separado por miles de millas de distancia, una novela rosa contada en bolero con un final feliz.
"Yo que estaba tan tranquila."
El chillido de las llantas acompaña al frenar sin control. Retira las manos, las lleva hasta los muslos, la falda, la boca; un suspiro, el Porsche destruido.
Silencio sepulcral. Sonidos de sirenas. Ofuscados recuerdos de la pasada noche, la que duró diez años en cuajar y empezó la mañana de ese San Valentín.
La voz de Corin Tellado canta, "La noche de anoche".
14 de febrero, 6:00 am: Ding, ding, ding timbrea el email, del café a la pantalla en menos de un segundo. Un San Valentín que no esperaba y el re-inicio de una relación perdida, no olvidaba, neutralizada, para esta mañana ser activada de nuevo sin "deletes". ¿Hasta cuándo?
Empezó hace diez años y aquella mañana, día, noche de San Valentín volvió, y "yo que estaba tan tranquila... " cantaría su versión Corín Tellado; tanto años más tarde, sigue, no para.
14 de febrero - 14 de marzo: Los dings se multiplican, diez veces al día, esta historia, otra, sugerencias y deseos de compartir mucho más que mensajes cibernéticos: vivir juntos, casas y playas; dudas: estoy muy viejo, no importa, te cuido, me cuidas.
Pausa, el subir y bajar de emociones sueltan las defensas y las verdades empiezan a aparecer, los celos infundados, equivocados juegos eróticos y repetición de lo que ya había antes detonado la separación.
En Montevideo lo conocí. Su enrizado pelo negro, sus verde gris y ovalados ojos dirigían el deseo: poseerlo, besarlo, caminar por las ramblas, de manos. Me controlé.
La Tellado sigue con su versión, "todo es nuevo para mi, estoy aturdida".
14 de marzo, 6:00 am: Ruptura y definición de espacios e intereses. Otro hasta luego, otro relato, otra despedida, quizás diez años más tarde. Una explicación poco telladiana detona los conflictos.
¿Raíces distintas? Me sentí como una mata. Delete.
Ni le quise preguntar a qué se refería, yo no estaba listo.
Si no hubiese incluido las raíces junto a las otras categorías diferenciales - país, costumbres - y señalado raíz como otro determinante de las diferencias, no me hubiese despertado la curiosidad.
- Siempre has dicho que desciendes un bote, y en clara distinción entre vos y los que no descienden de botes,
Sin dar muchas vueltas es fácil imaginar quiénes son los otros, los que no descienden de botes para confirmar la sospecha de que mi diferencia en cuanto a raíz y tronco oponía a la de los que "llegaron" en botes.
Al muy clasificado pretendiente no le pasó por la mente que mis raíces (entiéndase que lo mas cercano a la raíz es el DNA) también llegaron en bote, con altos por cientos de herencia genética adquirida después de hacer muchos transbordes: desde Africa, Europa, Asia; y en el caso de los antillanos, llegaron también de la Guajira, Amazonía, otras islas.
"Si estoy sintiendo lo que nunca sentí" enreda la una vez tranquila vida, ajustada a la edad, las rutinas, lo predecible, desplaza las contradicciones, las ideas sobre orígenes, sexo, deseos "te lo juro, todo es nuevo para mí".
14 de marzo, 7:00am: Me identifico con el cono sur, tomo mate, oigo boleros, Corín canta "La noche de anoche". Proceso las últimas semanas, los últimos diez años.
Yo que estaba "disfrutando de esa calma de un amor que ya pasó", en esa etapa, a la edad sesentona cuando quedan solas, quietas las palabras, los sentimientos apaciguados, hasta que vuelve, escribe, empezar de cero, de nuevo. y cuestionar, "qué tú estas haciendo de mi.....".
14 de marzo, 9:00pm: Un ding, otro ding y otro ding me atraen a la pantalla, pide una segunda oportunidad, todos los antepasados llegaron en bote, yolas, a pie, sin compromisos, conocernos, una segunda oportunidad.
- ¿Qué quée?, si llevamos diez años en ésta -. Le digo que sí.
Vuelvo a sentir lo que no quería despertar, lo que esta noche "....me hace comprender, que yo he vivido esperando por ti".
15 de marzo, 4:am: La voz de Corín acompaña los delirios de la mujer de ojos color turquesa y largas acicaladas uñas color rojo subido, sus lamentos, sentirse engañada - ¿por qué me llevaste hasta Punta del Este, si sabías que vos no me querías? Mentiras, puras mentiras, tus correos eran puras mentiras. - y Corin, asombrada, les dice, "estoy aturdida".
Y así un capítulo más de un romance gay separado por miles de millas de distancia, una novela rosa contada en bolero con un final feliz.
"Yo que estaba tan tranquila."
Monday, April 27, 2015
45. Rebotes. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Contigo aprendí a mirame sin filtros, "que existen nuevas y mejores emociones", durante el baile, la escritura, al lado de la tocadiscos, junto a tantos boleristas y amantes.
Aprendí a amar de distintas y enriquecedoras formas , "quiéreme mucho, dulce amor mío", conocer la soledad, "vi gente correr y no estaba tú", reconocer y aceptar mis deseos, "ya son las doce y no llegas", los tuyos, "un mundo nuevo de ilusiones", motivos ocultos, la desidia, caprichos, tramas, perfidias.
Aprendí a disfrutar las cadencias de los cuerpos, rendirnos, "acércate más y más", desnudarme, explorar motivos ocultos, tolerar el desprecio de los otros y otras, su incomprensión, lo que diga "la gente que yo soy la mala", a ser el niño, "ser dichoso", la niña, "que está pidiendo amparo", dejar que el camino guiase el rumbo, separarnos, alejarnos, "caminemos, tal vez nos veremos, después".
Siempre vuelves donde mí.
Enterneces, coqueteas, bailamos, me hablas, te hablo, rebotamos, yo contra ti y tú contra mi, escribimos con nuestros cuerpos sobre una loseta, crecemos frente a un teclado, al lado de un disco, juntos para poder amarnos, "nosotros -boleros y yo- que nos queremos tanto",
- ¡Qué importa si el Porsche era ajeno a todos y todas!
- ¿Cuándo me va decir de quién era el Porsche?
Aprendí a amar de distintas y enriquecedoras formas , "quiéreme mucho, dulce amor mío", conocer la soledad, "vi gente correr y no estaba tú", reconocer y aceptar mis deseos, "ya son las doce y no llegas", los tuyos, "un mundo nuevo de ilusiones", motivos ocultos, la desidia, caprichos, tramas, perfidias.
Siempre vuelves donde mí.
Enterneces, coqueteas, bailamos, me hablas, te hablo, rebotamos, yo contra ti y tú contra mi, escribimos con nuestros cuerpos sobre una loseta, crecemos frente a un teclado, al lado de un disco, juntos para poder amarnos, "nosotros -boleros y yo- que nos queremos tanto",
- ¡Qué importa si el Porsche era ajeno a todos y todas!
- ¿Cuándo me va decir de quién era el Porsche?
Sunday, April 26, 2015
44. Pasos. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Como en un solo cuerpo, "despacito voy dejándome llevar" por un bolero; bailamos, "que nos queremos tanto", nosotros en Punta, Manhattan, Montevideo, San Juan, Veracruz, durante aquella noche de anoche embestida por tormentas invernales, y las olas frente al mar.
Bailamos con Los Tres Reyes, Alfredo Zitarrosa, Omara Portuondo, contigo, conmigo, con las "caricias en dos tonos" y "la cadencia de dos cuerpos", recorrimos los labios, el pelo, espalda, arrastramos los pies, evitando el tener que apoyar nuestro peso sobre el piso, dimos tres pasos en tres tiempos, una pausa en el cuarto, ondulamos las caderas, amarramos las cinturas, muslo con muslo, rozamos rodilla con rodilla, vientre con vientre, pecho con pecho, compartimos los latidos, palpitamos, sin movernos más allá de una loseta.
Con un bolero "mil requintos se derraman en tu alma", y "sin esperarlo, te me acercaste", bailamos esa "melodía que da música al silencio cuando pasa por tu cuerpo", empatados, nos decíamos "acércate más y maš", y de pronto, te alejabas sin soltar mi mano, pretendías "el desesperarme", regresabas a nosotros que no podemos separarnos, "no me preguntes más".
- No sé como empezó. Primero fue un bolero, y otro, y otro. Qué paso luego, no recuerdo.
- ¿De quién era el Porsche?
Bailamos con Los Tres Reyes, Alfredo Zitarrosa, Omara Portuondo, contigo, conmigo, con las "caricias en dos tonos" y "la cadencia de dos cuerpos", recorrimos los labios, el pelo, espalda, arrastramos los pies, evitando el tener que apoyar nuestro peso sobre el piso, dimos tres pasos en tres tiempos, una pausa en el cuarto, ondulamos las caderas, amarramos las cinturas, muslo con muslo, rozamos rodilla con rodilla, vientre con vientre, pecho con pecho, compartimos los latidos, palpitamos, sin movernos más allá de una loseta.
Con un bolero "mil requintos se derraman en tu alma", y "sin esperarlo, te me acercaste", bailamos esa "melodía que da música al silencio cuando pasa por tu cuerpo", empatados, nos decíamos "acércate más y maš", y de pronto, te alejabas sin soltar mi mano, pretendías "el desesperarme", regresabas a nosotros que no podemos separarnos, "no me preguntes más".
- No sé como empezó. Primero fue un bolero, y otro, y otro. Qué paso luego, no recuerdo.
- ¿De quién era el Porsche?
Friday, April 24, 2015
43. Electra. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
"Y qué me importa que vivas con otra" canta Blanca Iris Villafañe, denuncia, llena de despecho, de amor amargo y real, capaz de asesinar, castrar, vengarse de las injurias, imaginadas o reales, que ha sufrido. o de beber la esencia del hombre con tal de hacerlo suyo.
Blanca Iris Villafañe mueve el ritmo del bolero, sus matices sutiles, durante la noche llena de tormentas invernales en Manhattan o vientos australes en Punta, a los planos más bajos y crudos de la condición humana sin tener que tocar fondo, insultar y gritar a lo Paquita la del Barrio, "rata de dos patas, animal rastrero". Se acerca a la violencia verbal; no la pudre. Al igual que Electra, no pierde su dignidad y orgullo.
- No pienso dejar que te vayas, que me abandones simplemente porque no respondo a tus gustos burgueses. Después de todo, el Porsche no era tuyo. Antes que verte desaparecer de mi vida, prefiero transgredir el papel que me ha tocado jugar en este bolero, y hacer de ti...., ¡qué sé yo!
Blanca Iris Villafañe es la Electra del bolero. No es la víctima sumisa, ni tampoco es la Electra junguiana deseosa de matar a la madre para así poder quedarse con el padre. Es la Electra independiente, consciente de sus virtudes, sus vicios, quien después de sus caídas, puede levantarse y seguir adelante; y que aunque diga "la gente que yo soy mala", lucha cuerpo a cuerpo por su amante; y grita a los cuatro vientos, "ese hombre es mío, y tú lo sabías".
- No voy a perderte. "Que mi presencia, vergūenza da", dice la gente, "que un castigo me deben dar". Viviremos, quieras o no, el dolor y el placer de amar, de poder cantar nuestro romance escrito con sangre.
Blanca Iris Villafañe mueve el ritmo del bolero, sus matices sutiles, durante la noche llena de tormentas invernales en Manhattan o vientos australes en Punta, a los planos más bajos y crudos de la condición humana sin tener que tocar fondo, insultar y gritar a lo Paquita la del Barrio, "rata de dos patas, animal rastrero". Se acerca a la violencia verbal; no la pudre. Al igual que Electra, no pierde su dignidad y orgullo.
- No pienso dejar que te vayas, que me abandones simplemente porque no respondo a tus gustos burgueses. Después de todo, el Porsche no era tuyo. Antes que verte desaparecer de mi vida, prefiero transgredir el papel que me ha tocado jugar en este bolero, y hacer de ti...., ¡qué sé yo!
Blanca Iris Villafañe es la Electra del bolero. No es la víctima sumisa, ni tampoco es la Electra junguiana deseosa de matar a la madre para así poder quedarse con el padre. Es la Electra independiente, consciente de sus virtudes, sus vicios, quien después de sus caídas, puede levantarse y seguir adelante; y que aunque diga "la gente que yo soy mala", lucha cuerpo a cuerpo por su amante; y grita a los cuatro vientos, "ese hombre es mío, y tú lo sabías".
- No voy a perderte. "Que mi presencia, vergūenza da", dice la gente, "que un castigo me deben dar". Viviremos, quieras o no, el dolor y el placer de amar, de poder cantar nuestro romance escrito con sangre.
42. Edipo. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Aturdida estaba Libertad Lamarque, maestra de música, cuando se enteró que Joselito, estudiante privilegiado, había quedado huérfano y no podía seguir asistiendo al colegio. Como maestra y madre abnegada que es, decide buscar a Joselito, promete cuidarlo, y para celebrar se van a un parque madrileño, reman por un lago, y cantan en duo lo mucho que se quieren.
¿Será Joselito el desaparecido hijo de Libertad Lamarque? ¿Vivirán juntos durante el resto de sus vidas? Hay que esperar hasta el fin de la película para conocer el desenlace de la melodramática trama del musical hispano-mexicano, Bello Recuerdo.
-¿Por qué me mentiste? Te quise con alma de niño. Me cuidaste, arropaste, besaste y luego, de lejos, pero muy lejos, desapareciste de mi vida, por un instante.
- Tranquilo. No desesperes, y continúa con la película, oyendo, viviendo, siendo el bolero, tal vez nos veremos después.
¿Se vieron de nuevo? Hay que esperar hasta el final. De lo que no queda duda es que la película, filmada durante el franquismo, no va explorar si entre ambos existe un conflicto edípico: deseos amorosos y hostiles hacia la madre-maestra, el deseo inconsciente de mantener una relación sexual (incestuosa) con ella y de eliminar al padre del mismo sexo (parricidio) -que no puede darse en dicha trama, pues, porque no hay padre: Joselito es huérfano- y es la orfandad, el estar huérfano de padres y de amor, el eje central de otro bolero hecho teatro, puro teatro, cine.
- No, no soy yo ni es la relación entre madre e hijo, Libertad Lamarque y Joselito, quienes causan el anhelo. Es la voz de Felipe Rodríguez la que me recuerda al niño que he podido ser, sin juguetes, parado en la puerta, esperando por unas miguitas de ternura. Huérfano de amor también.
- No desesperes, la ausencia de amor es parte del amar, del camino que éste en su marcha hace, del bolero que somos. Nosotros que nos queremos tanto.
¿Será Joselito el desaparecido hijo de Libertad Lamarque? ¿Vivirán juntos durante el resto de sus vidas? Hay que esperar hasta el fin de la película para conocer el desenlace de la melodramática trama del musical hispano-mexicano, Bello Recuerdo.
-¿Por qué me mentiste? Te quise con alma de niño. Me cuidaste, arropaste, besaste y luego, de lejos, pero muy lejos, desapareciste de mi vida, por un instante.
- Tranquilo. No desesperes, y continúa con la película, oyendo, viviendo, siendo el bolero, tal vez nos veremos después.
¿Se vieron de nuevo? Hay que esperar hasta el final. De lo que no queda duda es que la película, filmada durante el franquismo, no va explorar si entre ambos existe un conflicto edípico: deseos amorosos y hostiles hacia la madre-maestra, el deseo inconsciente de mantener una relación sexual (incestuosa) con ella y de eliminar al padre del mismo sexo (parricidio) -que no puede darse en dicha trama, pues, porque no hay padre: Joselito es huérfano- y es la orfandad, el estar huérfano de padres y de amor, el eje central de otro bolero hecho teatro, puro teatro, cine.
- No, no soy yo ni es la relación entre madre e hijo, Libertad Lamarque y Joselito, quienes causan el anhelo. Es la voz de Felipe Rodríguez la que me recuerda al niño que he podido ser, sin juguetes, parado en la puerta, esperando por unas miguitas de ternura. Huérfano de amor también.
- No desesperes, la ausencia de amor es parte del amar, del camino que éste en su marcha hace, del bolero que somos. Nosotros que nos queremos tanto.
Thursday, April 23, 2015
41. Protagonistas. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
- Bailamos. La noche de anoche, ¡qué noche la de anoche! - suspira; temblorosa la mano, la extiende hasta la pared, rasga la madera, cae de rodillas, grita - hijo de puta, hijo de puta, hijo de puta, yo que estaba disfrutando de esa calma.
Lee, corrige, salta enlaces, y contesta un mensaje que le sirve de aliento, ahogo, razón para explicar a alguien más porque no puede existir sin discos o cafetines. Para de leer, baila, y regresa a la tableta, chequea sus correos electrónicos, y de frente, sin esperarlo, encuentra un mensaje que provoca un golpe interno, le expande la respiración que estuvo controlada por la sofocante espera. El estado de ánimo se mueve del espacio que ocupa la ansiedad a los planos donde se es guiado por la razón.
- Estoy aturdido. ¿Por que? ¿Por qué? ¿Por qué no puedes esperar frente al teléfono multi-funcional o frente a cualquier otro artefacto por los correos electrónicos? ¿Qué tú estás haciendo de mí?
La luz de la calurosa tarde del febrero austral alumbra la habitación color blanco estéril; delata con las sombras el impresionante y cargado mundo de tubos y equipos que maquillan con sus brillos y líquidos la pálida cara de quien pasó su vida tras una inspiración, vida de telenovela, novelita romántica copiada de una revista de modas y quinceañeros. Los recuerdos se confunden con los sueros de todo tipo que los unen a otras formulas, ecuaciones, compuestos. Los demás protagonistas aparecen y desaparecen. El Porsche, destruido, sin memoria de la noche de anoche.
- Boleros, ¿Martirio interpretar a la Rexach?
- No, los boleros se interpretan a sí mismos.
Delirantes, juegos pueriles, deseos, el relato, y la melodía, filtrados por el amor y las técnicas bolerístico-narrativas telledianas que los conjugan; más divertidos que los celos o los besos, caricias, sexo; más intensos, lúdicos, que la ansiedad causada por la espera; empalagosos como una tarde de lluvia donde se ve gente correr; fluidos y en constante viaje en la nave del olvido, sin rumbo, un texto y una canción que superan la vivencia misma.
La noche de anoche, llena de ofuscados recuerdos; la que duró diez años en cuajar y empezó una mañana de febrero con timbres, un email inesperado; el re-inicio de una relación perdida, no olvidaba, neutralizada, para ser activada de nuevo sin cortes ni borradores. Hasta cuándo, cómo y dónde pregunta el falso bolero.
En el fondo, cuestiona, acompaña, incita, excita y recrea los delirios de los amantes, y uno de ellos o ella, no importa, asombrado, dice, "estoy aturdida".
Lee, corrige, salta enlaces, y contesta un mensaje que le sirve de aliento, ahogo, razón para explicar a alguien más porque no puede existir sin discos o cafetines. Para de leer, baila, y regresa a la tableta, chequea sus correos electrónicos, y de frente, sin esperarlo, encuentra un mensaje que provoca un golpe interno, le expande la respiración que estuvo controlada por la sofocante espera. El estado de ánimo se mueve del espacio que ocupa la ansiedad a los planos donde se es guiado por la razón.
- Estoy aturdido. ¿Por que? ¿Por qué? ¿Por qué no puedes esperar frente al teléfono multi-funcional o frente a cualquier otro artefacto por los correos electrónicos? ¿Qué tú estás haciendo de mí?
La luz de la calurosa tarde del febrero austral alumbra la habitación color blanco estéril; delata con las sombras el impresionante y cargado mundo de tubos y equipos que maquillan con sus brillos y líquidos la pálida cara de quien pasó su vida tras una inspiración, vida de telenovela, novelita romántica copiada de una revista de modas y quinceañeros. Los recuerdos se confunden con los sueros de todo tipo que los unen a otras formulas, ecuaciones, compuestos. Los demás protagonistas aparecen y desaparecen. El Porsche, destruido, sin memoria de la noche de anoche.
- Boleros, ¿Martirio interpretar a la Rexach?
- No, los boleros se interpretan a sí mismos.
Delirantes, juegos pueriles, deseos, el relato, y la melodía, filtrados por el amor y las técnicas bolerístico-narrativas telledianas que los conjugan; más divertidos que los celos o los besos, caricias, sexo; más intensos, lúdicos, que la ansiedad causada por la espera; empalagosos como una tarde de lluvia donde se ve gente correr; fluidos y en constante viaje en la nave del olvido, sin rumbo, un texto y una canción que superan la vivencia misma.
La noche de anoche, llena de ofuscados recuerdos; la que duró diez años en cuajar y empezó una mañana de febrero con timbres, un email inesperado; el re-inicio de una relación perdida, no olvidaba, neutralizada, para ser activada de nuevo sin cortes ni borradores. Hasta cuándo, cómo y dónde pregunta el falso bolero.
En el fondo, cuestiona, acompaña, incita, excita y recrea los delirios de los amantes, y uno de ellos o ella, no importa, asombrado, dice, "estoy aturdida".
Tuesday, April 21, 2015
40. Caminos. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Y el bolero se hizo palabras; y las palabras, cuerpo.
Y sin esperarlo, por un instante abandonó al bolerista, los amantes, al autor; dejó un vacío. se perdió en la marcha, en la nada, no sin antes advertir, "caminemos, tal vez nos veremos, después".
Y se separaron, sin poder olvidar que estuvo presente, mas, cómo surgió, cuándo se fue, "no sé decirte cómo fue, no sé explicarme que pasó", pero de ti me enamoré", preguntaron y reafirmaron el autor, bolerista, los amantes.
El bolero comenzó el camino antes de hacerse cuerpo; mucho antes, en la tierra, aire, agua. Fue una luz que iluminó todo, antes, mucho antes de mostrar por primera vez en Santiago su rostro, labios, manos, curvas y luego en tantas otras ciudades, campos, puertos y mares convirtió risas en manantiales, despertó inquietudes, construyó historias.
En cada rincón del alma ha quedado grabado; primero en las venas, células; y mucho más tarde, a saber cuándo, llega a la voz, se hace melodía, palabra.
Y se vieron después. Regresó a Manhattan, Montevideo, corrió por la Interbalnearia, fingió ser hombre, mujer, transgredió, mintió, culpable de todo tipo de angustia, causó penas, perfidia, resolvió dilemas, perjurio, olvido, se hizo sombras, catarsis, dibujó siluetas en la bruma, pecó en la arena, se bañó en las olas, fue amado, y porque nunca es ajeno, amó.
- ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué me acostumbraste a todas esas cosas?
- Era usted el que cantaba "Sin ti la vida es nada, las horas son tormentos". ¿Quién la acompañaba? ¿Bailaron?
- Sí.
.
Y sin esperarlo, por un instante abandonó al bolerista, los amantes, al autor; dejó un vacío. se perdió en la marcha, en la nada, no sin antes advertir, "caminemos, tal vez nos veremos, después".
Y se separaron, sin poder olvidar que estuvo presente, mas, cómo surgió, cuándo se fue, "no sé decirte cómo fue, no sé explicarme que pasó", pero de ti me enamoré", preguntaron y reafirmaron el autor, bolerista, los amantes.
El bolero comenzó el camino antes de hacerse cuerpo; mucho antes, en la tierra, aire, agua. Fue una luz que iluminó todo, antes, mucho antes de mostrar por primera vez en Santiago su rostro, labios, manos, curvas y luego en tantas otras ciudades, campos, puertos y mares convirtió risas en manantiales, despertó inquietudes, construyó historias.
En cada rincón del alma ha quedado grabado; primero en las venas, células; y mucho más tarde, a saber cuándo, llega a la voz, se hace melodía, palabra.
Y se vieron después. Regresó a Manhattan, Montevideo, corrió por la Interbalnearia, fingió ser hombre, mujer, transgredió, mintió, culpable de todo tipo de angustia, causó penas, perfidia, resolvió dilemas, perjurio, olvido, se hizo sombras, catarsis, dibujó siluetas en la bruma, pecó en la arena, se bañó en las olas, fue amado, y porque nunca es ajeno, amó.
- ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué me acostumbraste a todas esas cosas?
- Era usted el que cantaba "Sin ti la vida es nada, las horas son tormentos". ¿Quién la acompañaba? ¿Bailaron?
- Sí.
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Monday, April 20, 2015
39. Imaginar. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Imaginar, contar, cantar las historias, y sus protagonistas, enredados en la bruma, acercándose más y más; besándose así y así, durante el proceso creador, seductor, o el baile, sirve como espejo para que el autor, el bolerista, los amantes se den "cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo". La distancia entre el bolero, la novela y los sujetos no logra el olvido, ni separa la imaginación del amor y los deseos.
- Y entonces, ¿el Porsche no estaba destruido? - pregunta, indaga y concluye sin esperar respuesta pues sabe que todo fue un sueño, un momento lleno de inspiración, vivido ahí, "donde todo lo puedo, donde no hay imposibles", con guitarra en mano, un teclado, múltiples relatos, boleros y caminos cibernéticos como recursos y apoyo de la imaginación; ahí donde "volaron las palomas del milagro", y la canción se hizo novela rosa musicalizada; bolero novelizado.
- No importa - se dicen, uno y cada uno de ellos.
- No sé, no sé, ¿dónde estoy? ¿En Manhattan, Montevideo, Caracas, un puerto de un riachuelo sin nombre, bañado por la niebla, una sala de hospital, un coche en camino a Punta, Acapulco, Buenos Aires, Sevilla con su luna plateada?
- ¿Quiénes más iban en el Porsche?
- En el coche, en Manhattan, en tantos sitios. Armando Manzanero, Roberto Ledesma, Chico Novarro. Roberto Yanés. No recuerdo. Eran tantos. Uno de ellos, creo, fue el primero que dijo, "voy a apagar la luz" para pensar. y luego, Pedro Flores en la voz de Ledesma, sugirió concentrarse en los amantes, y soñar que estaban bajo un palmar, a la orilla del mar, celebrando una gira, y alguien, no está claro quién fue -¿el autor? ¿Chico Novarro?-, añadió, que dijera, cantara, escribiera sobre el deseo de morir por "tener algo contigo".
- Y entonces, ¿el Porsche no estaba destruido? - pregunta, indaga y concluye sin esperar respuesta pues sabe que todo fue un sueño, un momento lleno de inspiración, vivido ahí, "donde todo lo puedo, donde no hay imposibles", con guitarra en mano, un teclado, múltiples relatos, boleros y caminos cibernéticos como recursos y apoyo de la imaginación; ahí donde "volaron las palomas del milagro", y la canción se hizo novela rosa musicalizada; bolero novelizado.
- No importa - se dicen, uno y cada uno de ellos.
- No sé, no sé, ¿dónde estoy? ¿En Manhattan, Montevideo, Caracas, un puerto de un riachuelo sin nombre, bañado por la niebla, una sala de hospital, un coche en camino a Punta, Acapulco, Buenos Aires, Sevilla con su luna plateada?
- ¿Quiénes más iban en el Porsche?
- En el coche, en Manhattan, en tantos sitios. Armando Manzanero, Roberto Ledesma, Chico Novarro. Roberto Yanés. No recuerdo. Eran tantos. Uno de ellos, creo, fue el primero que dijo, "voy a apagar la luz" para pensar. y luego, Pedro Flores en la voz de Ledesma, sugirió concentrarse en los amantes, y soñar que estaban bajo un palmar, a la orilla del mar, celebrando una gira, y alguien, no está claro quién fue -¿el autor? ¿Chico Novarro?-, añadió, que dijera, cantara, escribiera sobre el deseo de morir por "tener algo contigo".
Sunday, April 19, 2015
38. Significantes. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
"Ausencia, me has engañado", es un empate del texto y la figura, el fondo y la forma que usan el novelista, la bolerista, los amantes para dirigirse a la ausencia misma, y advertirle sobre el engaño que trata de cometer, al tratar de hacer creer que si se lleva consigo al amado, la amada, "para que olvides, para que no sufras más". las sensaciones, los recuerdos desaparecerán. De no ser así, de aceptar lo pronunciado por la ausencia personificada y aceptar que las memorias se pierden en el olvido, mienten.
Ausencias, pecados, obsesiones, delirios, glorias, sombras, nieblas, escenografías, entornos, traiciones, juegos eróticos, tramas son los objetos verdaderos de los boleros. Con ellos y con cada uno de ellos hablan y bailan solos o acompañadas, los hombres, mujeres, sin excluir a aquellos que no responden a los papeles definidos por la ortodoxia, los andróginos.
A las ausencias, pecados, obsesiones, brumas y espumas, a todos por igual, les cuentan, les cantan los boleros, las novelas rosas, las voces de cada uno de nosotros, "que nos amamos tanto".
Contra el engaño, "para que olvides, para que no sufras más", contra la creencia de que el amor es fijo, de que los pecados cargan culpas, que el ambiente está detrás y controla el placer, que las obsesiones no permiten amar de veras, previenen los boleros, las novelas rosas.
Mas, sin esperarlo, dicen, escriben, cantan, incluso, durante la ausencia, "cuando se apartan dos corazones", aseguran que el vacío provocado por la separación no ha dejado de estar lleno de amor.
Al igual que todos les temas genéricos, la ausencia es el significante del amor.
- ¿Dónde estoy?¿En el puerto de un riachuelo bañado por la niebla, una sala en Manhattan, un coche en camino a Punta, Acapulco, Buenos Aires, junto a la crema de la intelectualidad madrileña? ¿Quién soy?
- ¡Qué importa saber quién es, ni de dónde viene, ni para dónde va! El semen, la sangre en el Porsche destruido, era deee, ¿Lucecita, Sylvia Rexach, Bienvenido Granda, Orlando Contreras?
- No sé, no sé, no sé. No fui yo el culpable de todas sus angustias, sus quebrantos amorosos, sus falsas canciones, sus narrativas llenas de espacios en blanco.
- No se preocupe, ya verá como las canciones y narrativas no eran completamente falsas. Los personajes, ambientes, tramas puede que lo fuesen; los motivos e ideas subyacentes no lo eran.
- ¿Por qué? Por qué? ¿Por qué? Y entonces, ¿el Porsche no estaba destruido?
"Y lo mucho que he llorado" pierde su función catártica; y al ser el llanto codificado, cantado y novelado, su carácter semántico adquiere y juega un papel abarcador; un rol metalingūístico, un significante que recoge la substancia que se llama amor.
Ese amor "que por demás puede ser ajeno", travieso, peligroso, prohibido, teatro, puro teatro, o ser parte de la ansiedad que causa la ausencia, es adorado y entonado, entre muchos, en camino a Punta, por Tito Rodríguez y Leo Marini, repitiendo ambos boleristas, sin cesar, un eco en la memoria: "El llanto de luna, la tristeza, el delirio, la bruma, el riachuelo, la obsesión, el pecado nuevo, son todos ebria canción de amor que murmura el mar".
Ausencias, pecados, obsesiones, delirios, glorias, sombras, nieblas, escenografías, entornos, traiciones, juegos eróticos, tramas son los objetos verdaderos de los boleros. Con ellos y con cada uno de ellos hablan y bailan solos o acompañadas, los hombres, mujeres, sin excluir a aquellos que no responden a los papeles definidos por la ortodoxia, los andróginos.
A las ausencias, pecados, obsesiones, brumas y espumas, a todos por igual, les cuentan, les cantan los boleros, las novelas rosas, las voces de cada uno de nosotros, "que nos amamos tanto".
Contra el engaño, "para que olvides, para que no sufras más", contra la creencia de que el amor es fijo, de que los pecados cargan culpas, que el ambiente está detrás y controla el placer, que las obsesiones no permiten amar de veras, previenen los boleros, las novelas rosas.
Mas, sin esperarlo, dicen, escriben, cantan, incluso, durante la ausencia, "cuando se apartan dos corazones", aseguran que el vacío provocado por la separación no ha dejado de estar lleno de amor.
Al igual que todos les temas genéricos, la ausencia es el significante del amor.
- ¿Dónde estoy?¿En el puerto de un riachuelo bañado por la niebla, una sala en Manhattan, un coche en camino a Punta, Acapulco, Buenos Aires, junto a la crema de la intelectualidad madrileña? ¿Quién soy?
- ¡Qué importa saber quién es, ni de dónde viene, ni para dónde va! El semen, la sangre en el Porsche destruido, era deee, ¿Lucecita, Sylvia Rexach, Bienvenido Granda, Orlando Contreras?
- No sé, no sé, no sé. No fui yo el culpable de todas sus angustias, sus quebrantos amorosos, sus falsas canciones, sus narrativas llenas de espacios en blanco.
- No se preocupe, ya verá como las canciones y narrativas no eran completamente falsas. Los personajes, ambientes, tramas puede que lo fuesen; los motivos e ideas subyacentes no lo eran.
- ¿Por qué? Por qué? ¿Por qué? Y entonces, ¿el Porsche no estaba destruido?
"Y lo mucho que he llorado" pierde su función catártica; y al ser el llanto codificado, cantado y novelado, su carácter semántico adquiere y juega un papel abarcador; un rol metalingūístico, un significante que recoge la substancia que se llama amor.
Ese amor "que por demás puede ser ajeno", travieso, peligroso, prohibido, teatro, puro teatro, o ser parte de la ansiedad que causa la ausencia, es adorado y entonado, entre muchos, en camino a Punta, por Tito Rodríguez y Leo Marini, repitiendo ambos boleristas, sin cesar, un eco en la memoria: "El llanto de luna, la tristeza, el delirio, la bruma, el riachuelo, la obsesión, el pecado nuevo, son todos ebria canción de amor que murmura el mar".
Saturday, April 18, 2015
HERITAGE LANGUAGES y el USA te usa.
Español "is not a heritage language" para los puertorriqueños. Es más, me atrevo apostar a que detrás de ese concepto, "heritage languages", se encuentra un valor añadido al proceso de colonización y marginación que viven los puertorriqueños que migran a los estados federados desde el territorio/colonia.
Los puertorriqueños no son una comunidad de inmigrantes comparable a los otros grupos que proceden o descienden de países libres cuyos ciudadanos no se ven acosados e invadidos económica, lingūística y culturalmente con la intensidad como la que se vive en Puerto Rico y que, por lo tanto, continúa como proceso político en los estados federados.
Habiendo experimentado en City College, una vez desaparecieron los profesores puertorriqueños con cierta inclinación política de la Facultad de Educación, el cambio de tono y enfoque que se dio en el currículo que guiaba la formación de maestros bilingūes, y la completa marginación de las discusiones que se fundamentaban en una perspectiva colonial y la necesidad de entrenar maestros puertorriqueños, al igual que la merma en estudiantes puertorriqueños, no me cabe duda que detrás de ese nuevo nombre, Heritage Languages, se encuentra, abiertamente o subyacente, un interés por parte de los que promueven el discurso de las lenguas en los Estados Unidos de reprimir la participación de aquellos que sostienen que el español para los puertorriqueños es un idioma vernáculo dentro de una comunidad bilingūe en los EEUU, y que argumentan a favor de que la discusión del español puertorriqueño no se puede reducir a la preservación y protección de una lengua como si fuese una pieza de museo.
El español es para muchos puertorriqueños, aquí y en el archipiélago, una herramienta o arma de resistencia, y no una opción más; excepto para los que escogen asimilarse, e, incluso, estos últimos deben estar muy bien informados sobre este asunto una vez deciden hacer esta decisión.
Cuidado con los liberales, que detrás de su su supuesta benevolencia se esconde un paternalismo craso, y una capacidad para marginar, excluir, porque, quizás, así se sienten superiores, satisfacen sus egos. El "excepcionalismo" norteamericano se manifiesta de formas muy extrañas y calculadas. Ese cambio de nombre "is not an academic accident", y puede que los que lo promueven no se hayan dado cuenta de que cayeron en una trampa política. "Júyanle" a aquellos, los "mesmos" a los que el jíbaro de Llorens Torres les dijo "unjú".
(Y si usted no entendió la última oración, pues más motivo para aprender sobre el español y los puertorriqueños; y mientras aprende oiga la plena que cantaba Mon Rivera y que dice: "Mamita, llegó el obispo, llegó el obispo de Roma. Mamita, qué cosa linda, mamita qué cosa mona, mamita, si usted lo viera....". ¿Que. qué tiene que ver un obispo con el idioma? Pues a aprender más sobre el el español puertorriqueño y las armas que ha usado para su defensa.
Para empezar, "darle un la", esa plena se oía durante una de las épocas más sangrientas en la lucha de los puertorriqueños por su independencia, que incluyó, además de asesinatos, encarcelamientos por parte de los EEUU y sus lacayos criollos, llenar la iglesia Católica con curas y monjas, "coloraos", del pais que Nicanor Parra inmortalizó en su famosa frase, "USA te usa". Vuelvo y repito, cuidado con los académicos liberales.)
Los puertorriqueños no son una comunidad de inmigrantes comparable a los otros grupos que proceden o descienden de países libres cuyos ciudadanos no se ven acosados e invadidos económica, lingūística y culturalmente con la intensidad como la que se vive en Puerto Rico y que, por lo tanto, continúa como proceso político en los estados federados.
Habiendo experimentado en City College, una vez desaparecieron los profesores puertorriqueños con cierta inclinación política de la Facultad de Educación, el cambio de tono y enfoque que se dio en el currículo que guiaba la formación de maestros bilingūes, y la completa marginación de las discusiones que se fundamentaban en una perspectiva colonial y la necesidad de entrenar maestros puertorriqueños, al igual que la merma en estudiantes puertorriqueños, no me cabe duda que detrás de ese nuevo nombre, Heritage Languages, se encuentra, abiertamente o subyacente, un interés por parte de los que promueven el discurso de las lenguas en los Estados Unidos de reprimir la participación de aquellos que sostienen que el español para los puertorriqueños es un idioma vernáculo dentro de una comunidad bilingūe en los EEUU, y que argumentan a favor de que la discusión del español puertorriqueño no se puede reducir a la preservación y protección de una lengua como si fuese una pieza de museo.
El español es para muchos puertorriqueños, aquí y en el archipiélago, una herramienta o arma de resistencia, y no una opción más; excepto para los que escogen asimilarse, e, incluso, estos últimos deben estar muy bien informados sobre este asunto una vez deciden hacer esta decisión.
Cuidado con los liberales, que detrás de su su supuesta benevolencia se esconde un paternalismo craso, y una capacidad para marginar, excluir, porque, quizás, así se sienten superiores, satisfacen sus egos. El "excepcionalismo" norteamericano se manifiesta de formas muy extrañas y calculadas. Ese cambio de nombre "is not an academic accident", y puede que los que lo promueven no se hayan dado cuenta de que cayeron en una trampa política. "Júyanle" a aquellos, los "mesmos" a los que el jíbaro de Llorens Torres les dijo "unjú".
(Y si usted no entendió la última oración, pues más motivo para aprender sobre el español y los puertorriqueños; y mientras aprende oiga la plena que cantaba Mon Rivera y que dice: "Mamita, llegó el obispo, llegó el obispo de Roma. Mamita, qué cosa linda, mamita qué cosa mona, mamita, si usted lo viera....". ¿Que. qué tiene que ver un obispo con el idioma? Pues a aprender más sobre el el español puertorriqueño y las armas que ha usado para su defensa.
Para empezar, "darle un la", esa plena se oía durante una de las épocas más sangrientas en la lucha de los puertorriqueños por su independencia, que incluyó, además de asesinatos, encarcelamientos por parte de los EEUU y sus lacayos criollos, llenar la iglesia Católica con curas y monjas, "coloraos", del pais que Nicanor Parra inmortalizó en su famosa frase, "USA te usa". Vuelvo y repito, cuidado con los académicos liberales.)
37. Andrógino. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
"Que murmuren" hubiese respondido María Teresa Landín sin pizca de preocupación ante la posibilidad de tener que compartir las páginas de una novela rosa, la conciencia de un autor, una toca discos en un coche, las vidas de amantes y un escenario con un bolerista transgénero.
"El agua se aclara sola, al paso de la corriente" sostuvieron los otros boleristas que apoyaron la solidaridad de María Teresa, y que la siguieron después de oír a Falate. Todos: Pedro Infante -tan macho y tan atrevido-, Los Tres Ases, Orlando Vallejo, coincidían con que era mejor reírse "de pareceres y de lo que se figuren"; que mientras los amantes, el autor, la cantaora transgénero, fuesen como eran, "que murmuren, que murmuren".
- Tenía miedo de que nos descubrieran. Mintió, mintió, mintió, me hizo creer que estaba al tanto de los matices. Mentir era su forma de ser. La sangre no estaba allí, en el Porsche, antes del accidente, ni el semen. Alguien plantó la evidencia.
- ¿Miedo a que digan que no se quieren? ¿Miedo a que murmuren?
- ¿Por qué, por qué me acostumbró a todas esas cosas?
- No se conocían, y de comprenderse, de querer comprenderse, qué feliz serían.
"Tan siquiera un poco" añadió quien nunca se preocupó por "lo que diga la gente", ni dejó que los que murmuraran la sabotearan, le negaran su espacio, su "que feliz" podemos ser, "seríamos", si nos lo proponemos; quien hizo pública su rebeldía y soltó su identidad, sus pelos apoyaba a los otros Falates del mundo, que también habían vivido la persecución política, la censura, el acoso sexual, el rechazo, la burla y el triunfo.
- ¿Lucecita Benítez?
"El agua se aclara sola, al paso de la corriente" sostuvieron los otros boleristas que apoyaron la solidaridad de María Teresa, y que la siguieron después de oír a Falate. Todos: Pedro Infante -tan macho y tan atrevido-, Los Tres Ases, Orlando Vallejo, coincidían con que era mejor reírse "de pareceres y de lo que se figuren"; que mientras los amantes, el autor, la cantaora transgénero, fuesen como eran, "que murmuren, que murmuren".
- Tenía miedo de que nos descubrieran. Mintió, mintió, mintió, me hizo creer que estaba al tanto de los matices. Mentir era su forma de ser. La sangre no estaba allí, en el Porsche, antes del accidente, ni el semen. Alguien plantó la evidencia.
- ¿Miedo a que digan que no se quieren? ¿Miedo a que murmuren?
- ¿Por qué, por qué me acostumbró a todas esas cosas?
- No se conocían, y de comprenderse, de querer comprenderse, qué feliz serían.
"Tan siquiera un poco" añadió quien nunca se preocupó por "lo que diga la gente", ni dejó que los que murmuraran la sabotearan, le negaran su espacio, su "que feliz" podemos ser, "seríamos", si nos lo proponemos; quien hizo pública su rebeldía y soltó su identidad, sus pelos apoyaba a los otros Falates del mundo, que también habían vivido la persecución política, la censura, el acoso sexual, el rechazo, la burla y el triunfo.
- ¿Lucecita Benítez?
36. Trangresiones. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
"Igual que en un escenario.....", el bolerista, los amantes juegan un papel en el que representan lo esperado de cada uno de ellos: conquistan, seducen, conjugan aquellos roles determinados por los motivos e historias particulares de las participantes en la relación, en el montaje de su obra, su bolero.
Cuando el bolero se hace flamenco, en su fusión juega con las identidades, subvierte los géneros; cada cantaor, cantaora se desdobla, transforma los gestos, miradas, sutiles movimientos de manos, dedos, cejas, labios, hombros, ofrece claves, taconea, representa, arma puro teatro y danza; y en muy pocos momentos, raras joyas de la representación, se multiplica y transgrede.
En algunos casos, los actores en el juego, la gran función de la vida amorosa, mienten, "falsedad bien ensayada", y repiten tantas veces la fingida actuación, que convierten su participación sobre las tablas, el puerto bañado por la bruma, la sala en Manhattan o en un coche en camino a Punta en "estudiado simulacro".
- Mintió, mintió, mintió, me hizo creer que estaba al tanto de los matices. Mentir es su forma de ser.
- ¿Era hombre o mujer? ¿Vicentico? ¿La Lupe?
- No, no fue la desasociada voz de Vicentico ni la llena de soberbia y furia de La Lupe la que nos acompañaba durante los viajes por la ruta Interbalnearia, en el apartamento de Manhattan, en el puerto frente a la enorme boca del río. Fue Falete.
Cuando el bolero se hace flamenco, en su fusión juega con las identidades, subvierte los géneros; cada cantaor, cantaora se desdobla, transforma los gestos, miradas, sutiles movimientos de manos, dedos, cejas, labios, hombros, ofrece claves, taconea, representa, arma puro teatro y danza; y en muy pocos momentos, raras joyas de la representación, se multiplica y transgrede.
En algunos casos, los actores en el juego, la gran función de la vida amorosa, mienten, "falsedad bien ensayada", y repiten tantas veces la fingida actuación, que convierten su participación sobre las tablas, el puerto bañado por la bruma, la sala en Manhattan o en un coche en camino a Punta en "estudiado simulacro".
- Mintió, mintió, mintió, me hizo creer que estaba al tanto de los matices. Mentir es su forma de ser.
- ¿Era hombre o mujer? ¿Vicentico? ¿La Lupe?
- No, no fue la desasociada voz de Vicentico ni la llena de soberbia y furia de La Lupe la que nos acompañaba durante los viajes por la ruta Interbalnearia, en el apartamento de Manhattan, en el puerto frente a la enorme boca del río. Fue Falete.
Friday, April 17, 2015
35. Niebla. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Gabriela Morgare nos seguía desde el otro lado de la boca del rio, la oíamos; no la veíamos. La niebla del riachuelo filtraba el tango que se nos hacía bolero, las imágenes, "sombras que se alargan", las voces, los recuerdos, los cuerpos, siluetas y sombras.
Suspendidas en el aire y el tiempo, las indistintas burbujas se mecían, nos mecían, a los acordes del bandoneón, piano, contrabajo; bailaban, bailábamos.
Nunca más nos vimos. Nunca más volvimos a bailar cerca del "turbio fondeadero donde van a recalar" las naves, "barcos que en el muelle para siempre han de quedar", llevando consigo a los ilusos marineros, "náufragos del mundo que han perdido el corazón", y a sus sueños con un mar hacia donde no han de partir.
Un instante, una coreografía, grabada por una novela reducida a tango, que se hace bolero en la voz de Gilberto Monroig.
- ¿Quién es Gilberto Monroig? ¿Los acompañaba en el coche? ¿Cuántos de ustedes viajaban en el Porsche?
- No recuerdo. Nieblas, la enorme boca del río, un viejo bergantín, nostalgias ahogadas con licor en un sordo cafetín. entran y desaparecen de mis sueños.
- Ese tango hecho bolero, ¿quién lo escribió? ¿Quién cantaba en camino a Punta? ¿Monroig? ¿Morgare?
- Tantas interrogantes y lo único que queda son las sombras, las siluetas, distintas versiones de un mismo bolero, y un baile en, ¿una sala de Manhattan? No recuerdo.
- ¿Un bolero? ¿En Manhattan? ¿No fue un tango lo bailado en los muelles de Punta?
Nunca más volvieron al puerto o a las salas del norte, ni oyeron aquellas voces, en duos, tríos, acompañados por guitarras, bandoneones, pianos, contrabajos, orquestas de gran sala de bailes; y los boleros tangos no se sentían o podían bailarse de la misma forma.
La cambiante niebla sobre el riachuelo esfumaba los cuerpos, y aquel tango se hizo bolero.
Suspendidas en el aire y el tiempo, las indistintas burbujas se mecían, nos mecían, a los acordes del bandoneón, piano, contrabajo; bailaban, bailábamos.
Nunca más nos vimos. Nunca más volvimos a bailar cerca del "turbio fondeadero donde van a recalar" las naves, "barcos que en el muelle para siempre han de quedar", llevando consigo a los ilusos marineros, "náufragos del mundo que han perdido el corazón", y a sus sueños con un mar hacia donde no han de partir.
Un instante, una coreografía, grabada por una novela reducida a tango, que se hace bolero en la voz de Gilberto Monroig.
- ¿Quién es Gilberto Monroig? ¿Los acompañaba en el coche? ¿Cuántos de ustedes viajaban en el Porsche?
- No recuerdo. Nieblas, la enorme boca del río, un viejo bergantín, nostalgias ahogadas con licor en un sordo cafetín. entran y desaparecen de mis sueños.
- Ese tango hecho bolero, ¿quién lo escribió? ¿Quién cantaba en camino a Punta? ¿Monroig? ¿Morgare?
- Tantas interrogantes y lo único que queda son las sombras, las siluetas, distintas versiones de un mismo bolero, y un baile en, ¿una sala de Manhattan? No recuerdo.
- ¿Un bolero? ¿En Manhattan? ¿No fue un tango lo bailado en los muelles de Punta?
Nunca más volvieron al puerto o a las salas del norte, ni oyeron aquellas voces, en duos, tríos, acompañados por guitarras, bandoneones, pianos, contrabajos, orquestas de gran sala de bailes; y los boleros tangos no se sentían o podían bailarse de la misma forma.
La cambiante niebla sobre el riachuelo esfumaba los cuerpos, y aquel tango se hizo bolero.
Thursday, April 16, 2015
34. La Gloria. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
La gloria no se consigue en el paraíso. Quien la desee, la vive en la tierra sin tener que "ir al cielo tisu", con solo apreciar "esos ojazos negros de un raro fulgor"; aceptar y decir junto a Luis Miguel, que para estar extasiado, "alma mía, la gloria eres tú".
La gloria es comprendida, disfrutada dentro de un apartamento azotado por una tormenta de nieve, "la brisa de invierno" que se cuela por una ventana, y los boleros que recrean, recuerdan las melodías que "dominan e incitan al amor".
La gloria comienza con ellos, contigo, conmigo enredados en la escritura de una novela rosa repleta de deseos, odios, venganzas, traiciones, perdones, "sangrantes heridas", vidas entregadas "como jamás se dio".
La gloria se consigue durante la confesión de Leo Marini sobre las "dos almas que en el mundo habría unido Dios" en un viaje erótico por una carretera uruguaya, amándose plenamente dentro de un Porsche, un coche destruido por una "sombra de odio" que pudo haber apartado a los amantes.
La gloria es el estado anímico, indescriptible, que es provocado por un bolero que tocan en Youtube, o en la tocadiscos en el coche, transmitiendo las voces de tantos que han encontrado el paraíso en la tierra, "nosotros, que nos amamos tanto"; ahora y antes, las "almas, que se amaban", eso éramos/somos tú, yo, ellos.
- Lo quise con alma de niño, y me juraba que se sentía en la gloria. ¿Por qué?
- ¿Quién es Leo Marini? ¿Iba también el el Porsche? ¿Un tercer hombre?
La gloria es comprendida, disfrutada dentro de un apartamento azotado por una tormenta de nieve, "la brisa de invierno" que se cuela por una ventana, y los boleros que recrean, recuerdan las melodías que "dominan e incitan al amor".
La gloria comienza con ellos, contigo, conmigo enredados en la escritura de una novela rosa repleta de deseos, odios, venganzas, traiciones, perdones, "sangrantes heridas", vidas entregadas "como jamás se dio".
La gloria se consigue durante la confesión de Leo Marini sobre las "dos almas que en el mundo habría unido Dios" en un viaje erótico por una carretera uruguaya, amándose plenamente dentro de un Porsche, un coche destruido por una "sombra de odio" que pudo haber apartado a los amantes.
La gloria es el estado anímico, indescriptible, que es provocado por un bolero que tocan en Youtube, o en la tocadiscos en el coche, transmitiendo las voces de tantos que han encontrado el paraíso en la tierra, "nosotros, que nos amamos tanto"; ahora y antes, las "almas, que se amaban", eso éramos/somos tú, yo, ellos.
- Lo quise con alma de niño, y me juraba que se sentía en la gloria. ¿Por qué?
- ¿Quién es Leo Marini? ¿Iba también el el Porsche? ¿Un tercer hombre?
Wednesday, April 15, 2015
33. Bocetos. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Sombras nada más, breves y en continuo movimiento, pintan las vidas de los protagonistas o responden a los muchos boleristas, al autor y sus dramas sin final; y a su vez, los envuelve en un lento baile, un bolero delineado con tibias luces, claro obscuros que se rodean, se influyen, juntan, y separan; contrastan y mueven las figuras, sobre la pared, el teclado, el disco, una calle, una ruta entre dos países, una cama en un tétrico hospital, olas embistiendo la arena, una mesa de un bar en San Juan, Manhattan, La Habana, Veracruz, Montevideo.
Sombras nada más filman las vivencias y claras sensaciones de los amantes, intensifican las diferencias o las integran sin distinguir bordes, contornos; logrando que, por un lado, todos los boleros cuenten la misma historia, y por otro, en cada uno de ellos, sobresalga un fragmento de la vida: la perfidia, calles adoradas, lágrimas negras, olas y arenas, obsesiones, pecados nuevos, angustias, lo aprendido, lo recordado u olvidado.
Sombras señalan, sugieren, insinúan, evitan decir, preguntan lo qué pudo ser, o simplemente aceptan, "no pude explicarme cómo fue"; aclaran y dejan en penumbras al amor, los amantes, boleristas, al autor.
- La sangre, el sémen en el Porsche, ¿de quién eran?
- Yo que lo he amado tanto, ¿por qué me acostumbró a todas esas cosas?
- ¿De quiénes eran los boleros? ¿Las sombras?
- No sé, no sé. Las luces y siluetas confundían. ¿Felipe Pirela?
Sombras nada más filman las vivencias y claras sensaciones de los amantes, intensifican las diferencias o las integran sin distinguir bordes, contornos; logrando que, por un lado, todos los boleros cuenten la misma historia, y por otro, en cada uno de ellos, sobresalga un fragmento de la vida: la perfidia, calles adoradas, lágrimas negras, olas y arenas, obsesiones, pecados nuevos, angustias, lo aprendido, lo recordado u olvidado.
Sombras señalan, sugieren, insinúan, evitan decir, preguntan lo qué pudo ser, o simplemente aceptan, "no pude explicarme cómo fue"; aclaran y dejan en penumbras al amor, los amantes, boleristas, al autor.
- La sangre, el sémen en el Porsche, ¿de quién eran?
- Yo que lo he amado tanto, ¿por qué me acostumbró a todas esas cosas?
- ¿De quiénes eran los boleros? ¿Las sombras?
- No sé, no sé. Las luces y siluetas confundían. ¿Felipe Pirela?
Tuesday, April 14, 2015
32. Artefactos. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Juguetes, "de tus travesuras", aretes robados a la luna, cofres donde "los guardo para hacerte un collar", artefactos y retozos sin un rumbo definido, ganar o perder, entretenían a los amantes, al bolerista, y al autor; prendían y satisfacían los instintos, las crudas sensaciones, la búsqueda del porqué de las atracciones y la necesidad de decir, "contigo aprendí"; ayudaban a encontrar el lenguaje que, aunque "juegues conmigo", sin miedo o con él, liberaba a los jugadores y les abría el camino para aceptar, "a mí qué me importa", si es un juego sin principio ni fin, un juguete "de tu querer".
- ¿Por qué mentiste? ¿Por qué? ¿Por qué? El Porsche no era de verdad, nunca fuimos desde Montevideo a Punta. No estoy en Manhattan ni en un tétrico hospital. ¿Qué me has hecho? No puedo parar de jugar.
- No me interesa tu historia, mucho menos sus detalles. Somos todos juguetes, y juntos iniciamos el juego de nuestro querer.
Juegos y juguetes que perturban o apaciguan, estimulan la respiración rápida, producen erecciones, colvusiones eróticas, estados de ánimo difíciles de explicar, amores etéreos; vividos y descubiertos a través de los boleros, las novelas rosa, y sus elegantes coches, cofres llenos de fantasías, disfraces de "emperatriz de la canción", cultos miembros de "la crema de la intelectualidad", pintores de "angelitos negros", escaladores de la montaña "que me separa de ti", últimas copas, "pobre bardo", borracho de amor, y "chicas de la sociedad"; se mezclan en la tableta con los servidores, deletes, paste-ups; y, sin esperarlo, algo que no es buscado durante el juego con los boleros, artefactos y las vidas contadas de lejos, encuentras en la red a Lucy Fabery, explicando la relación entre el amor, los juguetes, y la exploración del cuento, sus vertientes, y cantar/contar "la mar de aventuras".
- ¿Por qué mentiste? ¿Por qué? ¿Por qué? El Porsche no era de verdad, nunca fuimos desde Montevideo a Punta. No estoy en Manhattan ni en un tétrico hospital. ¿Qué me has hecho? No puedo parar de jugar.
- No me interesa tu historia, mucho menos sus detalles. Somos todos juguetes, y juntos iniciamos el juego de nuestro querer.
Juegos y juguetes que perturban o apaciguan, estimulan la respiración rápida, producen erecciones, colvusiones eróticas, estados de ánimo difíciles de explicar, amores etéreos; vividos y descubiertos a través de los boleros, las novelas rosa, y sus elegantes coches, cofres llenos de fantasías, disfraces de "emperatriz de la canción", cultos miembros de "la crema de la intelectualidad", pintores de "angelitos negros", escaladores de la montaña "que me separa de ti", últimas copas, "pobre bardo", borracho de amor, y "chicas de la sociedad"; se mezclan en la tableta con los servidores, deletes, paste-ups; y, sin esperarlo, algo que no es buscado durante el juego con los boleros, artefactos y las vidas contadas de lejos, encuentras en la red a Lucy Fabery, explicando la relación entre el amor, los juguetes, y la exploración del cuento, sus vertientes, y cantar/contar "la mar de aventuras".
31. Sexo. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
Un reloj no marcaba las horas, detuvo el camino, el tiempo en sus manos, y de no ser así, si sus agujas comenzaban a moverse al ritmo de la sensual melodía, los amantes, el autor, los oyentes, aterrorizados, temerosos de que solo les quedara esa noche para vivir el momento, el único, "solamente una vez amé en la vida", hubiesen enloquecido.
El éxtasis musical, estético, sexual, narrativo se fundieron en múltiples e inigualables orgasmos explosivos.
Una noche perpetua, un tierno inicio, lento preludio, eterno e interminable placer sexual, con sus caricias, besos, erecciones y deseos en crescendo, compenetraron a los amantes, al autor, lectores, y a todos nosotros, que no podemos separarnos.
Un bolero profundamente meloso, pegadizo, detenido en el tiempo; olvidaba las agujas. Dentro del bolero, y al lado del reloj, ellos gemían; adoraban la seda de las manos, los besos que se daban; exploraban cada espacio, órgano; convertían al otro, la otra, en partes de sus almas.
- La sangre, el sémen en el Porsche, ¿de quién era?
- ¿Por qué me acostumbró a todas esas cosas?
- ¿Quiénes iban en camino a Punta?
- ¿Por qué me acusan de ser la culpable de todas sus angustias? ¿Por qué?, ¿por qué?, si nunca le dije que no.
El éxtasis musical, estético, sexual, narrativo se fundieron en múltiples e inigualables orgasmos explosivos.
Una noche perpetua, un tierno inicio, lento preludio, eterno e interminable placer sexual, con sus caricias, besos, erecciones y deseos en crescendo, compenetraron a los amantes, al autor, lectores, y a todos nosotros, que no podemos separarnos.
Un bolero profundamente meloso, pegadizo, detenido en el tiempo; olvidaba las agujas. Dentro del bolero, y al lado del reloj, ellos gemían; adoraban la seda de las manos, los besos que se daban; exploraban cada espacio, órgano; convertían al otro, la otra, en partes de sus almas.
- La sangre, el sémen en el Porsche, ¿de quién era?
- ¿Por qué me acostumbró a todas esas cosas?
- ¿Quiénes iban en camino a Punta?
- ¿Por qué me acusan de ser la culpable de todas sus angustias? ¿Por qué?, ¿por qué?, si nunca le dije que no.
30. Orgasmos. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado
"Cómo imaginar que la vida sigue igual" sin ti, el otro, la otra, los preocupaba, tarde muy tarde el la noche; mantenía desveladas a muchas y distintas voces: Roberto Yanés, Tito Rodríguez, nosotros los que nos hemos amado tanto, en ambos polos continentales; una inquietud mitigada, embadurnada, empapada de placer por el suave silbido de las brisas australes en las aguas del Atlántico Sur y los tímidos golpes de los copitos de nieve sobre el cristal del ventanal en el norte.
Una preocupación delirante, un orgasmo, en cuerpos separados por tierras y mares, formulada en forma de preguntas, sueños, deseos de saber, de ruegos, "escríbeme", ganas y miedos, "cómo despertar si tú no estás", conjugados en las voces de Yanés y Tito, y en las nuestra.
Cómo pretender otra realidad, cómo consolarnos, si falta uno de ustedes o nosotros en Manhattan o en Punta, son las interrogantes que formulamos y vivimos juntos; grabadas en cartas, vídeos, correos cibernéticos, discos y textos, en la tableta electrónica con sus silencios y borrones; preguntas que pueden ser alentadas o tranquilizadas por la esperanza, explicadas por los temores o alegrías, subsanadas por las tonterías, las que vivimos juntos en ambos sitios, el frío norte y el caliente sur, nosotros que nos amamos tanto; en un bolero, que hace más falta, que no puede existir sin la "misma vida mía".
-¿Dónde estoy? ¿Dónde? Por favor, digan, respondan, ¿dónde estoy?
- El Porsche, ¿de quién era?
"Cómo imaginar si la vida sigue igual", en las voces de Tito Rodríguez y Roberto Yanés despertaban los temores, traían alegría, aliviaban las inquietudes de los amantes, ¿dos hombres?, los escritores en ambos polos.
"Y aunque sean malas nuevas", escriben, escribes, escríbeme.
Una preocupación delirante, un orgasmo, en cuerpos separados por tierras y mares, formulada en forma de preguntas, sueños, deseos de saber, de ruegos, "escríbeme", ganas y miedos, "cómo despertar si tú no estás", conjugados en las voces de Yanés y Tito, y en las nuestra.
Cómo pretender otra realidad, cómo consolarnos, si falta uno de ustedes o nosotros en Manhattan o en Punta, son las interrogantes que formulamos y vivimos juntos; grabadas en cartas, vídeos, correos cibernéticos, discos y textos, en la tableta electrónica con sus silencios y borrones; preguntas que pueden ser alentadas o tranquilizadas por la esperanza, explicadas por los temores o alegrías, subsanadas por las tonterías, las que vivimos juntos en ambos sitios, el frío norte y el caliente sur, nosotros que nos amamos tanto; en un bolero, que hace más falta, que no puede existir sin la "misma vida mía".
-¿Dónde estoy? ¿Dónde? Por favor, digan, respondan, ¿dónde estoy?
- El Porsche, ¿de quién era?
"Cómo imaginar si la vida sigue igual", en las voces de Tito Rodríguez y Roberto Yanés despertaban los temores, traían alegría, aliviaban las inquietudes de los amantes, ¿dos hombres?, los escritores en ambos polos.
"Y aunque sean malas nuevas", escriben, escribes, escríbeme.
Monday, April 13, 2015
29. Cenizas. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
Cenizas encontró, dicen. Que fue Julita Ross la que sugirió que eran éstas, las cenizas, lo que solo quedaban.
En la voz de Chago Alvarado no fue él la causa del fuego, ni que tampoco fue él quien dejó que el amor se apagara; que se redujera a cenizas.
Que fue ella quien prendió y apagó el fuego. Que ella volvió a verle,
para que supiera de su desventura, la perdonara, y darle de nuevo lo que él le dio. Él no quiso. No existía rencor, dijo, no podía pretender ni remover las ruinas que ella misma hizo.
Las cenizas, quién prendió y apagó el fuego, servían de evidencia que comprobaba lo tarde que era para remediar el daño hecho. Un cariño, muerto.
En su Veracruz natal. María Antonia del Carmen Peregrino Álvarez contaba una historia muy similar. Aunque los protagonistas eran distintos y los eventos ocurrieron en otros entornos, las causas y decisiones eran las mismas.
En Punta no recordaban si en el hospital estuvo internado él o si fue ella; si fueron Javier Solís, o María Marta Serra Lima y Los Panchos, Xiomara Alfaro o Javier Caumont, los que testificaron sobre el fuego, el accidente, el Porsche destruido.
En Manhattan, después de tanto soportar la pena y sentir olvidos, el bolero confundía, jugaba con los amantes.
En la voz de Chago Alvarado no fue él la causa del fuego, ni que tampoco fue él quien dejó que el amor se apagara; que se redujera a cenizas.
Que fue ella quien prendió y apagó el fuego. Que ella volvió a verle,
para que supiera de su desventura, la perdonara, y darle de nuevo lo que él le dio. Él no quiso. No existía rencor, dijo, no podía pretender ni remover las ruinas que ella misma hizo.
Las cenizas, quién prendió y apagó el fuego, servían de evidencia que comprobaba lo tarde que era para remediar el daño hecho. Un cariño, muerto.
En su Veracruz natal. María Antonia del Carmen Peregrino Álvarez contaba una historia muy similar. Aunque los protagonistas eran distintos y los eventos ocurrieron en otros entornos, las causas y decisiones eran las mismas.
En Punta no recordaban si en el hospital estuvo internado él o si fue ella; si fueron Javier Solís, o María Marta Serra Lima y Los Panchos, Xiomara Alfaro o Javier Caumont, los que testificaron sobre el fuego, el accidente, el Porsche destruido.
En Manhattan, después de tanto soportar la pena y sentir olvidos, el bolero confundía, jugaba con los amantes.
Sunday, April 12, 2015
28. Besos. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
Que recordara aquella noche en un puerto donde nunca fuimos, susurrabas. Mentías.
Nunca estuvimos en Acapulco, y el beso que me pediste, con un lento respiro muy cerca, bajito, bajito al oído -el beso que luego robaste-, no fue disfrutado tampoco en un puerto marroquí; fue en un cine donde, a media luz, veíamos a la Sara Montiel en una puesta en escena que recreaba un club en Casablanca y ella, la Montiel, calcaba los gestos y movimientos de la Marilyn Monroe, mientras cantaba el bolero "Acércate Más".
En aquella historia de intrigas, amor y engaños la Montiel le pedía al galán tellediano de ojos color almendras y engomado pelo negro, que se acercara más y más, y que la besara "así, así".
Así fue cómo todo ocurrió, en un cine de Montevideo. No, quizás no fue en el Sur; no fue donde recuerdo; quizás pretendía, quizás desesperaba, quizás deseaba besarte en un teatro barato del Barrio Latino de Manhattan o, como en un sueño, quizás todo ocurrió desde la pantalla personal, frente al teclado de la tableta electrónica.
De testigo en cada uno de los sitios donde pudimos habernos besado estaba la cantante Teresa Vilar, enredando al bolerista, los amantes, el autor en su trama, en su bolero, pidiendo el mismo beso "que te pido yo".
Te besé. Me acerqué; entregué. No recuerdo cómo termina la película. Solo sé que no fue en Acapulco y que nunca estuvimos en Casablanca.
Nunca estuvimos en Acapulco, y el beso que me pediste, con un lento respiro muy cerca, bajito, bajito al oído -el beso que luego robaste-, no fue disfrutado tampoco en un puerto marroquí; fue en un cine donde, a media luz, veíamos a la Sara Montiel en una puesta en escena que recreaba un club en Casablanca y ella, la Montiel, calcaba los gestos y movimientos de la Marilyn Monroe, mientras cantaba el bolero "Acércate Más".
En aquella historia de intrigas, amor y engaños la Montiel le pedía al galán tellediano de ojos color almendras y engomado pelo negro, que se acercara más y más, y que la besara "así, así".
Así fue cómo todo ocurrió, en un cine de Montevideo. No, quizás no fue en el Sur; no fue donde recuerdo; quizás pretendía, quizás desesperaba, quizás deseaba besarte en un teatro barato del Barrio Latino de Manhattan o, como en un sueño, quizás todo ocurrió desde la pantalla personal, frente al teclado de la tableta electrónica.
De testigo en cada uno de los sitios donde pudimos habernos besado estaba la cantante Teresa Vilar, enredando al bolerista, los amantes, el autor en su trama, en su bolero, pidiendo el mismo beso "que te pido yo".
Te besé. Me acerqué; entregué. No recuerdo cómo termina la película. Solo sé que no fue en Acapulco y que nunca estuvimos en Casablanca.
Saturday, April 11, 2015
27. Sabores. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
Sabor a mi, a ti, a ellos, a nosotros que nos amamos tanto, recogido durante la escritura con la lengua sobre la piel, marcada para siempre con las letras de un bolero, y en el texto que es el cuerpo del amante, encuentra sabores: salitre en el ombligo, azúcar en esos delicados y hermosos ojos negros, angostura en el pene, mejorana en las nalgas, agua loja en la espalda, melaza de caña en los labios, albahaca en las palmas de las manos, jengibre en los obscuros y sabrosos espacios.
Los movimientos ondulados de la cintura, las piernas, el pecho responden al frote de la lengua, en armonía con los dedos que pulsan cada punto y esquina del cuerpo. Pausa.
Los dedos regresan, auscultan, y entran muy dentro donde no llega la vista; salen y se mueven hasta la boca; comprueban las respuestas del paladar, y junto a la punta de la lengua siguen escribiendo sobre los cuerpos, y antes del éxtasis, delirio, acompañan a las pestañas que borran lo escrito sobre la piel canela.
Cuerpo con cuerpo, alma con alma, en palabras y ritmos de Bobby Capó, quien deja atrás la tristeza cuando convierte el amor en bolero mambo.
Un bolero rápido y lento a la vez que mueve los cuerpos en unísono, hace que la gloria seas tú, yo, ambos; y si se queda el infinito sin estrellas o el mar pierde su inmensidad, no se interrumpe el amar sin limites, pues solo importas tú, y tú, y nadie más que tú.
Los movimientos ondulados de la cintura, las piernas, el pecho responden al frote de la lengua, en armonía con los dedos que pulsan cada punto y esquina del cuerpo. Pausa.
Los dedos regresan, auscultan, y entran muy dentro donde no llega la vista; salen y se mueven hasta la boca; comprueban las respuestas del paladar, y junto a la punta de la lengua siguen escribiendo sobre los cuerpos, y antes del éxtasis, delirio, acompañan a las pestañas que borran lo escrito sobre la piel canela.
Cuerpo con cuerpo, alma con alma, en palabras y ritmos de Bobby Capó, quien deja atrás la tristeza cuando convierte el amor en bolero mambo.
Un bolero rápido y lento a la vez que mueve los cuerpos en unísono, hace que la gloria seas tú, yo, ambos; y si se queda el infinito sin estrellas o el mar pierde su inmensidad, no se interrumpe el amar sin limites, pues solo importas tú, y tú, y nadie más que tú.
Friday, April 10, 2015
26. Entornos. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
Tapices románticos en Punta: conquistas, saber de, a cuerpos, desganos, ánimos, amar, dudar, espacios y autonomias, reconquistas, ciclos, perfidias, obsesiones, pecados enviados en correos electrónicos que incluían los datos sobre las casas, carreteras, tormentas, al margen de un timbre agudo y solitario que no paraba de sonar en el teléfono celular. Sobre su falda, el móvil, esperaba por los textos de los autores.
Autores e Interpretes en Manhattan: embelesados y neutralizados por lo que veían a los lejos en las playas de Punta, desde el inmenso sofá y a través del ventanal, enamorados del amor mismo, bañados por las olas, embestidos por un inmenso vacío, divagan sobre los cantos y cuentos, envueltos en la bruma, se disuelven en la espuma, alejándose más y más.
Apagan los boleros, se enredan en un solo cuerpo, se vienen a sus anchas, escriben, sobre la piel de todos los amantes.
Autores e Interpretes en Manhattan: embelesados y neutralizados por lo que veían a los lejos en las playas de Punta, desde el inmenso sofá y a través del ventanal, enamorados del amor mismo, bañados por las olas, embestidos por un inmenso vacío, divagan sobre los cantos y cuentos, envueltos en la bruma, se disuelven en la espuma, alejándose más y más.
Apagan los boleros, se enredan en un solo cuerpo, se vienen a sus anchas, escriben, sobre la piel de todos los amantes.
Thursday, April 9, 2015
25. Pecados. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
Disfrutar de un pecado nuevo en la sigilosa voz de Lucho Gatica despierta sospechas. Lo propuesto puede ser el comienzo de algo que explora las fronteras y trasciende el goce sencillo. Busca, propone, quizás, satisfacer algo más que el deseo de amar. Busca querer sin límites.
Tras la ansiedad de tener al amante, o a la amante, en sus brazos, entregarse por completo, recorrer todas y cada una de sus dormidas emociones, hacer temblar vellos, uñas, querer entrar en espacios prohibidos, desconocidos, encontrar placeres que no quisieran haber conocido, a decir que no, o a dejarse llevar por la rexachiana nave sin rumbo. se pueden esconder motivos que obligan a los amantes a dudar de las implicaciones, las intenciones de estrenar ese pecado nuevo.
- Perdón, si te falté; si no me atreví recorrer rumbos que me parecían perdidos; si no pude explorar lo que consideraba eran tentaciones, poderosos pecados para los cuales no estaba listo, nuevos retos carnales; si temí disfrutar de una lujuria escondida, reprimida, moralizada, disimulada; si no me atreví aceptar que ofrecer un pecado nuevo no tuvo el efecto que buscabas.
- No estabas listo para reconocer que antes, mucho antes del viaje, del accidente, fue contigo con quien aprendí a explorar nuestros cuerpos, distintas formas de amar, a despertar nuevas y mejores emociones; contigo aprendí a besar sin miedo, a reconocer las múltiples sensaciones, reacciones; aprendí a encontrar con los labios cada estímulo en la piel, saborear poro por poro, dedo por dedo, lágrima por lágrima, grito por grito; aprendí a entregar cada uno de mis órganos, a disfrutar de placeres sin límites.
- El Porsche no era tuyo. Desconfié, sentí miedo, no entendí, y no pude aceptar que antes del accidente, cuerpo con cuerpo, fuimos alumbrados por la luz del otro lado de la luna.
No fue Gatica el primero; ya antes, mucho antes, los amantes pecaron.
Tras la ansiedad de tener al amante, o a la amante, en sus brazos, entregarse por completo, recorrer todas y cada una de sus dormidas emociones, hacer temblar vellos, uñas, querer entrar en espacios prohibidos, desconocidos, encontrar placeres que no quisieran haber conocido, a decir que no, o a dejarse llevar por la rexachiana nave sin rumbo. se pueden esconder motivos que obligan a los amantes a dudar de las implicaciones, las intenciones de estrenar ese pecado nuevo.
- Perdón, si te falté; si no me atreví recorrer rumbos que me parecían perdidos; si no pude explorar lo que consideraba eran tentaciones, poderosos pecados para los cuales no estaba listo, nuevos retos carnales; si temí disfrutar de una lujuria escondida, reprimida, moralizada, disimulada; si no me atreví aceptar que ofrecer un pecado nuevo no tuvo el efecto que buscabas.
- No estabas listo para reconocer que antes, mucho antes del viaje, del accidente, fue contigo con quien aprendí a explorar nuestros cuerpos, distintas formas de amar, a despertar nuevas y mejores emociones; contigo aprendí a besar sin miedo, a reconocer las múltiples sensaciones, reacciones; aprendí a encontrar con los labios cada estímulo en la piel, saborear poro por poro, dedo por dedo, lágrima por lágrima, grito por grito; aprendí a entregar cada uno de mis órganos, a disfrutar de placeres sin límites.
- El Porsche no era tuyo. Desconfié, sentí miedo, no entendí, y no pude aceptar que antes del accidente, cuerpo con cuerpo, fuimos alumbrados por la luz del otro lado de la luna.
No fue Gatica el primero; ya antes, mucho antes, los amantes pecaron.
24. Culpas. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
"Perdón, si es que te faltado" pedía, desgarrados sus llantos, lleno de dolor, de rodillas frente a un altar dedicado a ella.
"Perdón, cariñito amado" respondía, sin fijarse en ninguna imagen en particular, embelesada, pasaba las páginas del álbum de fotos dedicado a él, y solo a él.
"Si tú sabes que te quiero" confesaban, en dúo.
Anhelos y esperanzas se vieron casi perdidas durante lo intentos anteriores cuando Daniel Santos y Orlando Contreras trataron de calmarlos. No lo lograron; no pudieron satisfacer las ansias de los amantes y las del autor; y el culpable fue Daniel.
Su muy particular estilo de lumpen arrabalero los desconcertó, poco amoroso, nada convincente; diluyó el perdón que tanto querían oír, reduciendo el mensaje a puro estilo, sin las caricias o matices que comunican la vulnerabilidad en la cual estaban todos los que deseaban la reconciliación.
Otros interpretes, obsesionados con una única ilusión, durante las mismas tormentas en Punta y en Manhattan, fueron los que encaminaron la fuerza interior, esa que, en momentos de amor intenso cuando se piensa que no hay la remota posibilidad de volver a ser un solo cuerpo; la fuerza que dentro, muy dentro lleva a los amantes, el autor, los boleristas a profesar el amar sin condiciones; la fuerza inexplicable, la que -quizás es el amor en su más puro estado- logra que los amantes continúen por la vereda, hasta encontrar a aquellos que posiblemente podrán ayudarlos a empezar de nuevo.
Otros interpretes menos soberbios que Daniel Santos, más sublimes ayudaron a recuperar los anhelos, la esperanza: los dúos de Leopoldo Betancourt y su piano, Marc Anthony y Yolandita Monge alivianaron el intenso vacío, la inquietud del pobre corazón que "todo lo que ansia cuando ama" es pedir perdón.
- Perdón nunca nos ha faltado. Vida de mi vida, perdón
- Te amo. No puedo seguir si ti. No me quedan fuerzas.
Los dúos acompañan los delirios del apuesto galán, aquel que a pesar de tantas veces oír las distintas versiones del perdón, sigue sintiéndose engañado - ¿Por qué me llevaste hasta Punta del Este, si sabías que vos no me querías? Mentiras, puras mentiras, tus correos eran puras mentiras. - y la Tellado, asombrada -no esperaba tener que empezar de nuevo- les dice, "estoy aturdida".
Y así una vez más, un romance, separado por miles de millas de distancia, el cual, al igual que en el primer capitulo del mismo -siempre cantado, contado a dúo-, puede que tenga un final feliz para los enlodados en lágrimas, desbocados en risas. s.
El autor, los amantes, bolerista, todos juran que jamás nada ni nadie los separará; que adorar ansía, y como en un sueño, se dejan, atreven pedir "perdón, vida de mi vida".
"Perdón, cariñito amado" respondía, sin fijarse en ninguna imagen en particular, embelesada, pasaba las páginas del álbum de fotos dedicado a él, y solo a él.
"Si tú sabes que te quiero" confesaban, en dúo.
Anhelos y esperanzas se vieron casi perdidas durante lo intentos anteriores cuando Daniel Santos y Orlando Contreras trataron de calmarlos. No lo lograron; no pudieron satisfacer las ansias de los amantes y las del autor; y el culpable fue Daniel.
Su muy particular estilo de lumpen arrabalero los desconcertó, poco amoroso, nada convincente; diluyó el perdón que tanto querían oír, reduciendo el mensaje a puro estilo, sin las caricias o matices que comunican la vulnerabilidad en la cual estaban todos los que deseaban la reconciliación.
Otros interpretes, obsesionados con una única ilusión, durante las mismas tormentas en Punta y en Manhattan, fueron los que encaminaron la fuerza interior, esa que, en momentos de amor intenso cuando se piensa que no hay la remota posibilidad de volver a ser un solo cuerpo; la fuerza que dentro, muy dentro lleva a los amantes, el autor, los boleristas a profesar el amar sin condiciones; la fuerza inexplicable, la que -quizás es el amor en su más puro estado- logra que los amantes continúen por la vereda, hasta encontrar a aquellos que posiblemente podrán ayudarlos a empezar de nuevo.
Otros interpretes menos soberbios que Daniel Santos, más sublimes ayudaron a recuperar los anhelos, la esperanza: los dúos de Leopoldo Betancourt y su piano, Marc Anthony y Yolandita Monge alivianaron el intenso vacío, la inquietud del pobre corazón que "todo lo que ansia cuando ama" es pedir perdón.
- Perdón nunca nos ha faltado. Vida de mi vida, perdón
- Te amo. No puedo seguir si ti. No me quedan fuerzas.
Los dúos acompañan los delirios del apuesto galán, aquel que a pesar de tantas veces oír las distintas versiones del perdón, sigue sintiéndose engañado - ¿Por qué me llevaste hasta Punta del Este, si sabías que vos no me querías? Mentiras, puras mentiras, tus correos eran puras mentiras. - y la Tellado, asombrada -no esperaba tener que empezar de nuevo- les dice, "estoy aturdida".
Y así una vez más, un romance, separado por miles de millas de distancia, el cual, al igual que en el primer capitulo del mismo -siempre cantado, contado a dúo-, puede que tenga un final feliz para los enlodados en lágrimas, desbocados en risas. s.
El autor, los amantes, bolerista, todos juran que jamás nada ni nadie los separará; que adorar ansía, y como en un sueño, se dejan, atreven pedir "perdón, vida de mi vida".
Wednesday, April 8, 2015
23. Olvidos. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
Olvidar no tiene escape. Los recuerdos, imposibles de borrar, se llevan cicatrizados en el alma.
Quién recuerda, quién es, no importa saber; ni de dónde vienen, ni dónde están, dónde llegar, dónde comenzaron los laberintos emocionales caminados sin poder parar.
No importa saber cuál es la ruta, la que tantas veces ha sido andada por las páginas de novelas rosas, ensangrentadas por flores negras o enternecidas por los boleros que le sirven de fondo.
En Manhattan, Montevideo, Punta, en cada uno de los hoteles, casas, hospitales, bares, se encuentran huellas, voces que retan a La Lupe, a una travesti en Youtube, a Johnny Albino o al disco durante una tormenta invernal y aquel verano austral; que les recuerdan su mentir, que el amor no mataron.
- No, no se acabó.
- Mentiste, solo me diste una ilusión, engaño, mentira, maldad, falsedad.
Cada memoria arrastra una imagen, un pacto indestructible. una acaricia por la espalda, un temblar inexplicable, silencios extensos, súplicas y besos tiernos, una lágrima, un grito inexplicable, un extenso suspiro, un bolero escrito sobre piedras, pantallas, papeles, tan solo papeles.
Cada memoria evoca tantos amores comprometidos, tan poderosos que sirven de barreras frente a otros amores, y enfurecen, enloquecen, hacen daño, si así lo deciden, o ayudan a pasar el puente, a ir de un capítulo a otro; ser cantado, contado.
- Se acabó. Aléjate, no me platiques más. Si me ves cualquier día por esos lugares que yo frecuento, no me mires, no me hables.
- Lo siento, perdóname, lo tengo que aceptar, el Porsche era de mi padre.
Quién recuerda, quién es, no importa saber; ni de dónde vienen, ni dónde están, dónde llegar, dónde comenzaron los laberintos emocionales caminados sin poder parar.
No importa saber cuál es la ruta, la que tantas veces ha sido andada por las páginas de novelas rosas, ensangrentadas por flores negras o enternecidas por los boleros que le sirven de fondo.
- No, no se acabó.
- Mentiste, solo me diste una ilusión, engaño, mentira, maldad, falsedad.
Cada memoria arrastra una imagen, un pacto indestructible. una acaricia por la espalda, un temblar inexplicable, silencios extensos, súplicas y besos tiernos, una lágrima, un grito inexplicable, un extenso suspiro, un bolero escrito sobre piedras, pantallas, papeles, tan solo papeles.
Cada memoria evoca tantos amores comprometidos, tan poderosos que sirven de barreras frente a otros amores, y enfurecen, enloquecen, hacen daño, si así lo deciden, o ayudan a pasar el puente, a ir de un capítulo a otro; ser cantado, contado.
- Se acabó. Aléjate, no me platiques más. Si me ves cualquier día por esos lugares que yo frecuento, no me mires, no me hables.
- Lo siento, perdóname, lo tengo que aceptar, el Porsche era de mi padre.
Tuesday, April 7, 2015
22. Obsesiones. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
"Quiero que vivas solo para mí": una cadena, una misma sensación una tormenta interior, una obsesión o incapacidad de separarse, de ser uno, para convertirse en esa masa canettiana, transformada en puro éxtasis o amargura, que ya no es amor lo que le da forma; es un inmenso dolor interno, una extraña sensación, cargada de placer, un desbalance mental, físico, espiritual, un no poder vivir sin él o sin ella, sin las palabras, sin sus hilos y cadenas de cuentos; es un solo cuerpo guiado exclusivamente por el frenesí.
Caminar por distintos rumbos y dejar que el mar o la luna, el cielo o las estrellas, el autor y sus personajes, el bolero lento o sus versiones en otros géneros mitiguen el deseo que nunca se complace por completo y ayuden a encontrar un nuevo rumbo, a distinguir entre esa locura y amar sin condiciones, no pueden.
Se rinden, desvanecen; aterrorizados, con el orgullo rodando ante sus pies, frenéticos, con almas de niños, sin defensas, los amantes, el autor, la bolerista; buscan, imploran un beso, igual al que él, ella les dio.
- Estoy obsesionado contigo, lo sabe el mundo entero - en suaves y mimosas palabras conquistan o se entregan sin importar que se oponga el destino, sonidos casi inaudibles - serás para mí, para mí, para mí - bajito, muy cerca del oído, respirando lentamente, acariciando con los labios la piel del amante.
- Bésame - ruega - mucho, igual que mi boca te besó - fueron las últimas palabras antes del accidente.
Desde que salieron de Montevideo por la ruta Interbalnearia, Alfredo Sadel, Nat King Cole, Julita Ross, en voz de la Tellado, les estuvieron advirtiendo a las mujeres de ojos color turquesa, rostros de nácar, y a los apuestos galanes de pelos gris, sobre los peligros de la entrega sin barreras, en cuerpo y alma, cegarse, y de convertir la ansiedad en estado de animo permanente; de reducir sus vidas a la inestable e insoportable levedad de una novela rosa, un bolero, un Porsche destruido.
El chillido de las llantas acompañó al frenar sin control, y obligaron a los amantes a retirar las manos, llevarlas hasta la boca; suspiraron. Silencio sepulcral seguido de sonidos de sirenas, y tarde, mucho más tarde, recuerdos de aquella noche, aquel "quiero que vivas solo para mí".
Caminar por distintos rumbos y dejar que el mar o la luna, el cielo o las estrellas, el autor y sus personajes, el bolero lento o sus versiones en otros géneros mitiguen el deseo que nunca se complace por completo y ayuden a encontrar un nuevo rumbo, a distinguir entre esa locura y amar sin condiciones, no pueden.
Se rinden, desvanecen; aterrorizados, con el orgullo rodando ante sus pies, frenéticos, con almas de niños, sin defensas, los amantes, el autor, la bolerista; buscan, imploran un beso, igual al que él, ella les dio.
- Estoy obsesionado contigo, lo sabe el mundo entero - en suaves y mimosas palabras conquistan o se entregan sin importar que se oponga el destino, sonidos casi inaudibles - serás para mí, para mí, para mí - bajito, muy cerca del oído, respirando lentamente, acariciando con los labios la piel del amante.
- Bésame - ruega - mucho, igual que mi boca te besó - fueron las últimas palabras antes del accidente.
Desde que salieron de Montevideo por la ruta Interbalnearia, Alfredo Sadel, Nat King Cole, Julita Ross, en voz de la Tellado, les estuvieron advirtiendo a las mujeres de ojos color turquesa, rostros de nácar, y a los apuestos galanes de pelos gris, sobre los peligros de la entrega sin barreras, en cuerpo y alma, cegarse, y de convertir la ansiedad en estado de animo permanente; de reducir sus vidas a la inestable e insoportable levedad de una novela rosa, un bolero, un Porsche destruido.
El chillido de las llantas acompañó al frenar sin control, y obligaron a los amantes a retirar las manos, llevarlas hasta la boca; suspiraron. Silencio sepulcral seguido de sonidos de sirenas, y tarde, mucho más tarde, recuerdos de aquella noche, aquel "quiero que vivas solo para mí".
Monday, April 6, 2015
21. Perfidia. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
Perfidia, detonante del bolero. Nadie había cuestionado, hasta que la evidencia fue documentada, si verdaderamente fue él quien traicionó al amante; menos él. Fue ella, se oía decir en las muchas versiones de los hechos, todas fundanentadas en las palabras de Frank Domínguez.
Ella, por lo contrario, juraba que nunca lo dejó de amar. La perfidia llegó en otros brazos, otras plumas, en mensajes cibernéticos que viajaban desde Punta a Manhattan y, a su vez, en reversa. Sus mejores aliados no fueron ni Nat King Cole, ni la Dipiní, ni Ibrahim Ferrer, ni Luis Miguel, o Filippa Giordano, ni ninguno de tantos que cantaron en bolero la traición.
Su mejor aliado, aunque poco creíble, fueron unos jóvenes del noroeste norteamericano, The Ventures. Con su ausencia de palabras, su ritmo juvenil, moderno, pop, bolero-rock. sugirieron que pudo ser cualquiera de los dos: un género indeterminado, un tú ambiguo, una versión de una relación que responsabiliza a ambos; donde su continuidad o ruptura amorosa es inevitable; donde todos son culpables o fuente de los amores en Punta o Manhattan, a través de la red o en un folletín, una revista de modas o una serie televisiva; en una novela rosa donde la perfidia es causa y efecto de un nosotros que nos amamos tanto,
- Atiéndeme, quiero decirte algo que quizás no esperes, nadie lo
comprende, tenemos, debemos separarnos, no me preguntes más, no es falta de cariño.
- Escúchame, soy yo quien tiene que hablar, aunque me duela el alma, yo necesito hablarte.
- Dime, pregunta sobre nosotros; si alguna vez hemos dejado de amarnos o de llorar; nosotros, que fuimos tan sinceros....
Que desde que se vieron, azotados por tormenta tras tormenta, calma tras calma, nevada tras nevada; revueltos por vientos australes; y, de lejos, sin esperarlo, continúan presionando las teclas de la tableta, apagando un bolero y prendiendo otro en youtube, el tocadiscos, hasta lograr mitigar la soledad de los amantes, el bolerista, el autor: todos los que, amándose han estado.
Ella, por lo contrario, juraba que nunca lo dejó de amar. La perfidia llegó en otros brazos, otras plumas, en mensajes cibernéticos que viajaban desde Punta a Manhattan y, a su vez, en reversa. Sus mejores aliados no fueron ni Nat King Cole, ni la Dipiní, ni Ibrahim Ferrer, ni Luis Miguel, o Filippa Giordano, ni ninguno de tantos que cantaron en bolero la traición.
Su mejor aliado, aunque poco creíble, fueron unos jóvenes del noroeste norteamericano, The Ventures. Con su ausencia de palabras, su ritmo juvenil, moderno, pop, bolero-rock. sugirieron que pudo ser cualquiera de los dos: un género indeterminado, un tú ambiguo, una versión de una relación que responsabiliza a ambos; donde su continuidad o ruptura amorosa es inevitable; donde todos son culpables o fuente de los amores en Punta o Manhattan, a través de la red o en un folletín, una revista de modas o una serie televisiva; en una novela rosa donde la perfidia es causa y efecto de un nosotros que nos amamos tanto,
- Atiéndeme, quiero decirte algo que quizás no esperes, nadie lo
comprende, tenemos, debemos separarnos, no me preguntes más, no es falta de cariño.
- Escúchame, soy yo quien tiene que hablar, aunque me duela el alma, yo necesito hablarte.
- Dime, pregunta sobre nosotros; si alguna vez hemos dejado de amarnos o de llorar; nosotros, que fuimos tan sinceros....
Que desde que se vieron, azotados por tormenta tras tormenta, calma tras calma, nevada tras nevada; revueltos por vientos australes; y, de lejos, sin esperarlo, continúan presionando las teclas de la tableta, apagando un bolero y prendiendo otro en youtube, el tocadiscos, hasta lograr mitigar la soledad de los amantes, el bolerista, el autor: todos los que, amándose han estado.
Sunday, April 5, 2015
20. Claudicar. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
-¡Qué falta tú me haces! Gilberto y Lucecita me obligaron a pedir perdón. En algo te he faltado. Mentí. El Porsche no era mío. Era de mi padre. Tenía que pretender. No sé, no estaba seguro. Rolandito justificó mi mentira con un "tenía que ser así". Luego, tuve que reconocer que su justificación no era suficiente razón para aliviar mi remordimiento, para olvidar la falta que me haces.
Un bolero, un interprete: Rolandito Laserie sirve de enlace, de trampolín existencial, entre su bolero y otros, tejiendo un tapiz sensorial, un engranaje que narra la vida de los compositores, autores y amantes telledianos; le dan coherencia a la rebuscada y nada lineal historia de un amor, los amantes.
Sin esperarlo, son las voces de Gilberto Monroig y Lucecita Benitez las que cambian el relato, acurrucan al amante confundido, lo consuelan.
Inmediatamente después del "tenía que ser así", Lucecita y Gilberto comenzaron a llevarlo por el camino de vuelta, a que reflexionara, recapacitara, tratase de nuevo, completara un ciclo.
- No pongas condiciones - le dijeron Lucecita y Gilberto.
Fue la voz de Lucecita la que primero trató de cambiar el ritmo de la historia, apelando a la pena y a la tristeza del amante. Él no hizo caso hasta que oye a Gilberto. Es cuando este último entra en escena, con la misma preocupación, pero con un mensaje menos lírico, una angustia distinta, llena de remordimiento, que el amante, ¿el escritor?, se da cuenta que tiene que claudicar.
Si Lucecita parece estar casi resignada, Gilberto acepta su derrota, "mi orgullo me venció".
- Me mentiste, me engañaste - susurró - "juré jamas mirarte, tal vez odiarte, cobrar bien caro lo que juzgo fue traición"
- Yo quiero que tú vuelvas. "¡Qué falta tú me haces!".
Un bolero, un interprete: Rolandito Laserie sirve de enlace, de trampolín existencial, entre su bolero y otros, tejiendo un tapiz sensorial, un engranaje que narra la vida de los compositores, autores y amantes telledianos; le dan coherencia a la rebuscada y nada lineal historia de un amor, los amantes.
Sin esperarlo, son las voces de Gilberto Monroig y Lucecita Benitez las que cambian el relato, acurrucan al amante confundido, lo consuelan.
Inmediatamente después del "tenía que ser así", Lucecita y Gilberto comenzaron a llevarlo por el camino de vuelta, a que reflexionara, recapacitara, tratase de nuevo, completara un ciclo.
- No pongas condiciones - le dijeron Lucecita y Gilberto.
Fue la voz de Lucecita la que primero trató de cambiar el ritmo de la historia, apelando a la pena y a la tristeza del amante. Él no hizo caso hasta que oye a Gilberto. Es cuando este último entra en escena, con la misma preocupación, pero con un mensaje menos lírico, una angustia distinta, llena de remordimiento, que el amante, ¿el escritor?, se da cuenta que tiene que claudicar.
Si Lucecita parece estar casi resignada, Gilberto acepta su derrota, "mi orgullo me venció".
- Me mentiste, me engañaste - susurró - "juré jamas mirarte, tal vez odiarte, cobrar bien caro lo que juzgo fue traición"
- Yo quiero que tú vuelvas. "¡Qué falta tú me haces!".
Saturday, April 4, 2015
19. Mentiras. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
"Tal vez seria mejor que no volvieras", cual disco rayado el eco interno, en voz de la mujer tellediana aparecía y desaparecía en la pantalla de la tableta; no, en el guión, ¿el borrador?, en los correos que iban y venían de Punta a Manhattan. ¿Acaso, al revés? Escribían, cantaban los amantes.
- ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? - retumbaba el grito de dolor por todo el hospital, ¿o era un dolor grabado en un folletín?, ¿en una revista de modas - "quizás fuera mejor que me olvidaras".
Otra mentira dicha "sin principio ni final", en el sub-texto de la conversación, el dúo, entre las voces de Chavela Vargas y Miguel Bosé; dos voces tan dispares como sus eses, sus zetas, sus jotas, y tan poco armoniosas como sus historias: un hidalgo castizo opuesto a una cruda mujer criolla, latinoamericana.
Dos historias de amor, de pueblos distintos, vientos australes y tormentas de nieve en el norte, unidos por las letras, los ritmos, los deseos que no permiten la despedida, ni que "paz alguna habrá de consolarnos"; contadas, cantadas en el norte, en el sur por las muchas interpretaciones, versiones distintas del mismo bolero: Lucho Gatica, Luis Miguel, el borrachín en un bar de esta ciudad, aquel balneario.
Y en el apartamento de Manhattan donde la Tellado entra, sale, regresa y viaja por la carretera Interbalnearia, los amantes se apoderan de los compositores, del autor, para tener que aceptar, después de horas de silencios, discos rayados, música en la red, que "volver es empezar a atormentarnos/ a querernos para odiarnos"; reconocen, empapados por las lágrimas negras, gardenias en las manos, que su "suerte necesita de tu suerte/ y tú me necesitas mucho más."
- ¿Por qué me acostumbraste a tu presencia, a todas esas cosas? Contigo aprendí, aprendí, aprendí...... ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
"Nos hemos hecho tanto, tanto daño" no predice el próximo paso, la estrofa que sigue, una nueva escena, otro ambiente, amantes distintos, y voces interiores, tan contradictorias como los son las vidas de los protagonistas, los postulados de los autores, las múltiples versiones de un bolero. El monólogo interior adquiere coherencia en su esencia: el amor mismo, sus vertientes y sus opuestos, "que amor entre nosotros, es martirio/ jamás quiso llegar el desengaño/ ni el olvido, ni el delirio".
Desengaños, olvidos a medias, delirios que se llevan "en el alma hasta la muerte" son atomizados, reducidos a lo primigenio en el bolero que escuchan por toda la ruta Interbalnearia, o en Manhattan, los amantes, el autor, "frente a frente y nada más".
La ronca y cruda voz de Chavela Vargas enturbió la refinada y estilizada interpretación de Luis Miguel; completó otro capítulo de las vidas del autor, sus boleristas, e interrumpió la novela rosa y sus mujeres telledianas de mirada serena, ojos color turquesa, rostros de nácar, siempre sentadas al lado de hombres de pelo gris, apuestos galanes hacia quienes ellas extienden lentamente sus angulares y finas manos, uñas rojo encendido, en camino a Punta del Este.
-Mi cariño nunca fue un castigo, tampoco soy la culpable de todas sus angustias. No podemos seguir siempre igual. No fui yo quien destruyó el Porsche.
- ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? - retumbaba el grito de dolor por todo el hospital, ¿o era un dolor grabado en un folletín?, ¿en una revista de modas - "quizás fuera mejor que me olvidaras".
Otra mentira dicha "sin principio ni final", en el sub-texto de la conversación, el dúo, entre las voces de Chavela Vargas y Miguel Bosé; dos voces tan dispares como sus eses, sus zetas, sus jotas, y tan poco armoniosas como sus historias: un hidalgo castizo opuesto a una cruda mujer criolla, latinoamericana.
Dos historias de amor, de pueblos distintos, vientos australes y tormentas de nieve en el norte, unidos por las letras, los ritmos, los deseos que no permiten la despedida, ni que "paz alguna habrá de consolarnos"; contadas, cantadas en el norte, en el sur por las muchas interpretaciones, versiones distintas del mismo bolero: Lucho Gatica, Luis Miguel, el borrachín en un bar de esta ciudad, aquel balneario.
Y en el apartamento de Manhattan donde la Tellado entra, sale, regresa y viaja por la carretera Interbalnearia, los amantes se apoderan de los compositores, del autor, para tener que aceptar, después de horas de silencios, discos rayados, música en la red, que "volver es empezar a atormentarnos/ a querernos para odiarnos"; reconocen, empapados por las lágrimas negras, gardenias en las manos, que su "suerte necesita de tu suerte/ y tú me necesitas mucho más."
- ¿Por qué me acostumbraste a tu presencia, a todas esas cosas? Contigo aprendí, aprendí, aprendí...... ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
"Nos hemos hecho tanto, tanto daño" no predice el próximo paso, la estrofa que sigue, una nueva escena, otro ambiente, amantes distintos, y voces interiores, tan contradictorias como los son las vidas de los protagonistas, los postulados de los autores, las múltiples versiones de un bolero. El monólogo interior adquiere coherencia en su esencia: el amor mismo, sus vertientes y sus opuestos, "que amor entre nosotros, es martirio/ jamás quiso llegar el desengaño/ ni el olvido, ni el delirio".
Desengaños, olvidos a medias, delirios que se llevan "en el alma hasta la muerte" son atomizados, reducidos a lo primigenio en el bolero que escuchan por toda la ruta Interbalnearia, o en Manhattan, los amantes, el autor, "frente a frente y nada más".
La ronca y cruda voz de Chavela Vargas enturbió la refinada y estilizada interpretación de Luis Miguel; completó otro capítulo de las vidas del autor, sus boleristas, e interrumpió la novela rosa y sus mujeres telledianas de mirada serena, ojos color turquesa, rostros de nácar, siempre sentadas al lado de hombres de pelo gris, apuestos galanes hacia quienes ellas extienden lentamente sus angulares y finas manos, uñas rojo encendido, en camino a Punta del Este.
-Mi cariño nunca fue un castigo, tampoco soy la culpable de todas sus angustias. No podemos seguir siempre igual. No fui yo quien destruyó el Porsche.
Thursday, April 2, 2015
18. Fusión. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
Eros es un bolero, y un bolero es un tango en la temblorosa y angustiosa voz de Felipe Rodríguez, quien "al ver la cama vacía" mezcla los dos géneros musicales, y acompaña la luz de la calurosa tarde del febrero austral.
Luces y sombras, y Felipe Rodríguez iluminan, alumbran la habitación color blanco estéril y el cargado mundo de tubos y equipos que, quizás, maquillaron con sus brillos y líquidos la pálida cara de la que pasó su vida detrás de una telenovela, novelita romántica copiada de una revista de modas y quinceañeros.
¿O no fue ella? ¿Habrá sido un amigo fiel, como sugiere la voz del cantante de bolero-tangos, el que una vez estuvo en la cama vacía?
La cama vacía, el Porsche, destruido.
Un tango no es un bolero, excepto cuando lo canta Felipe Rodríguez. Con su muy particular estilo -"casì agónico y rodeado de un silencio sepulcrar/ con su ternura habitual, la que siempre demostró"- logra ambientar el clima que se necesita para sentir el amor o el dolor, si se pierde un amigo, un amor, y se entra en un nuevo estado anímico.
- ¡Estoy viva!, estoy viva!
- .......,,,,,,
-¿Dónde estoy?
- .....,,,,,,,,
- ¿Qué hago aquí?
El borrador no progresa. Ante la inercia y falta de palabras, los correos electrónicos y el contestar mensajes sirven de escape, aliento, ahogo, motivos para sentirse ligado a algo, esperar por un nuevo enlace, continuar saltando en la rayuela circular del bolero, incluso cuando es tan triste que casi se hace tango.
El bolero tango no termina; una pausa lo silencia, un momento de reflexión activado por un mensaje electrónico cuyo contenido golpea y expande la respiración, amortigua la sofocante e insoportable espera, y sirve de enlace cibernético, llevando al oyente, el bolerista o al autor a la música y sus críticos en la red.
Un mensaje que logra mover el estado de ánimo del espacio que ocupa la ansiedad, la mudez o la inercia, a un nuevo tipo de bolero, a los planos donde se es guiado por la palabra, los ritmos.
El bolero se hace tango. Ambos géneros entran en una relación metonímica, para cantar a unos amores desgraciados o cíclicos. Por un lado, el tango no permite una solución posible; por otro, el bolero transforma ese amar en una oda a la utopía. Ambos sugieren que un "viejo amor, ni se olvida ni se deja".
El bolero-tango logra que la angustia y lo idílico se junten en una relación simbiótica, y es la voz temblorosa, suicida pero a la vez libidinosa del bardo conquistador, la voz de Felipe Rodriguez la que lleva a los amantes en Punta, el escritor en Manhattan y la Tellado en el fondo a bailar juntos y cada uno por su lado; a temer lo peor o a esperar el regreso de lo amado.
En la versión felipeniana, lo tango de la canción encuentra la cama vacía; su tiempo de bolero le da margen a los amados para seguir soñando.
- ¿Qué hago aquí?
- El Porsche, ¿de quién era?
Luces y sombras, y Felipe Rodríguez iluminan, alumbran la habitación color blanco estéril y el cargado mundo de tubos y equipos que, quizás, maquillaron con sus brillos y líquidos la pálida cara de la que pasó su vida detrás de una telenovela, novelita romántica copiada de una revista de modas y quinceañeros.
¿O no fue ella? ¿Habrá sido un amigo fiel, como sugiere la voz del cantante de bolero-tangos, el que una vez estuvo en la cama vacía?
La cama vacía, el Porsche, destruido.
Un tango no es un bolero, excepto cuando lo canta Felipe Rodríguez. Con su muy particular estilo -"casì agónico y rodeado de un silencio sepulcrar/ con su ternura habitual, la que siempre demostró"- logra ambientar el clima que se necesita para sentir el amor o el dolor, si se pierde un amigo, un amor, y se entra en un nuevo estado anímico.
- ¡Estoy viva!, estoy viva!
- .......,,,,,,
-¿Dónde estoy?
- .....,,,,,,,,
- ¿Qué hago aquí?
El borrador no progresa. Ante la inercia y falta de palabras, los correos electrónicos y el contestar mensajes sirven de escape, aliento, ahogo, motivos para sentirse ligado a algo, esperar por un nuevo enlace, continuar saltando en la rayuela circular del bolero, incluso cuando es tan triste que casi se hace tango.
El bolero tango no termina; una pausa lo silencia, un momento de reflexión activado por un mensaje electrónico cuyo contenido golpea y expande la respiración, amortigua la sofocante e insoportable espera, y sirve de enlace cibernético, llevando al oyente, el bolerista o al autor a la música y sus críticos en la red.
Un mensaje que logra mover el estado de ánimo del espacio que ocupa la ansiedad, la mudez o la inercia, a un nuevo tipo de bolero, a los planos donde se es guiado por la palabra, los ritmos.
El bolero se hace tango. Ambos géneros entran en una relación metonímica, para cantar a unos amores desgraciados o cíclicos. Por un lado, el tango no permite una solución posible; por otro, el bolero transforma ese amar en una oda a la utopía. Ambos sugieren que un "viejo amor, ni se olvida ni se deja".
El bolero-tango logra que la angustia y lo idílico se junten en una relación simbiótica, y es la voz temblorosa, suicida pero a la vez libidinosa del bardo conquistador, la voz de Felipe Rodriguez la que lleva a los amantes en Punta, el escritor en Manhattan y la Tellado en el fondo a bailar juntos y cada uno por su lado; a temer lo peor o a esperar el regreso de lo amado.
En la versión felipeniana, lo tango de la canción encuentra la cama vacía; su tiempo de bolero le da margen a los amados para seguir soñando.
- ¿Qué hago aquí?
- El Porsche, ¿de quién era?
17. Esperas. Montevideo a Punta: la versión de un bolero en voz de la Tellado
Doce de la noche y no llega, "me hará lo mismo que ayer/ espera...", otro bolero, otra espera por un amante, una idea sobre lo qué podría pasar, lo que estaba ocurriendo, lo que se puede contar, lo que se desea, "Cariño mío, no sufras tanto, ya estoy aquí" había sido dicho antes. Se repetía.
Un bolero nunca acaba, unas sirenas de ambulancias en camino a Punta, un grito de dolor o de placer, una sonrisa, una lágrima se entretejen mientras el autor, los boleristas y sus protagonistas junto a la Tellado reconstruyen lo deseado, sus pasados o lo que puede ser, reflejados en un caledeiscopio que proyecta estados de puro éxtasis o desasosiego, "Ya no la quiero ni ver",
Un bolero pone en perspectiva los sentimientos, provee compañía, sirve de espejo, reconstruye el andamio de lo deseado, lo desmantela, y permite recorrer el camino de quienes ocupan múltiples espacios, el suyo y el de los otros, aguardando por una resolución, un desenlace, una idea sobre el amor, cómo expresarlo.
En el bolero "Ya Son las Doce", el compositor, autor, cantante y el amante ausente bailan en conjunto, y a la misma vez cada uno baila por su lado. Desde las primeras dos estrofas, "Ya son las doce y no llega/ Me hará lo mismo que ayer", la espera por el ser amado, la historia de la relación entre todos los personajes, particularmente la desesperación del que espera es relatada; y a su vez, le otorga presencia al objeto del deseo, por quién se espera, lo personifica.
Es la conjugación de voces lo que convierte al autor, el cantante, los amantes en arquitectos de un Gestalt amoroso, y una vez completado el bolero, éste permite volver cual tango con la frente marchita sobre el pasado, fragmentar lo vivido, entenderlo, trascender el dolor o el placer.
El bolero en su conjunto se habla a sí mismo, recrea lo posible, "pero de pronto siento un ruido y me despierto/ se abre la puerta y llega mi querer", y arma todo lo que quisiera vivir más allá de la novela tellediana: "no sufras tanto ya estoy aquí", transformándose en las múltiples voces que ocupan una historia, "no me regañes cierra los ojos y duerme feliz".
Un bolero va de eros al verbo
Un bolero nunca acaba, unas sirenas de ambulancias en camino a Punta, un grito de dolor o de placer, una sonrisa, una lágrima se entretejen mientras el autor, los boleristas y sus protagonistas junto a la Tellado reconstruyen lo deseado, sus pasados o lo que puede ser, reflejados en un caledeiscopio que proyecta estados de puro éxtasis o desasosiego, "Ya no la quiero ni ver",
Un bolero pone en perspectiva los sentimientos, provee compañía, sirve de espejo, reconstruye el andamio de lo deseado, lo desmantela, y permite recorrer el camino de quienes ocupan múltiples espacios, el suyo y el de los otros, aguardando por una resolución, un desenlace, una idea sobre el amor, cómo expresarlo.
En el bolero "Ya Son las Doce", el compositor, autor, cantante y el amante ausente bailan en conjunto, y a la misma vez cada uno baila por su lado. Desde las primeras dos estrofas, "Ya son las doce y no llega/ Me hará lo mismo que ayer", la espera por el ser amado, la historia de la relación entre todos los personajes, particularmente la desesperación del que espera es relatada; y a su vez, le otorga presencia al objeto del deseo, por quién se espera, lo personifica.
Es la conjugación de voces lo que convierte al autor, el cantante, los amantes en arquitectos de un Gestalt amoroso, y una vez completado el bolero, éste permite volver cual tango con la frente marchita sobre el pasado, fragmentar lo vivido, entenderlo, trascender el dolor o el placer.
El bolero en su conjunto se habla a sí mismo, recrea lo posible, "pero de pronto siento un ruido y me despierto/ se abre la puerta y llega mi querer", y arma todo lo que quisiera vivir más allá de la novela tellediana: "no sufras tanto ya estoy aquí", transformándose en las múltiples voces que ocupan una historia, "no me regañes cierra los ojos y duerme feliz".
Un bolero va de eros al verbo
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