Sabor a mi, a ti, a ellos, a nosotros que nos amamos tanto, recogido durante la escritura con la lengua sobre la piel, marcada para siempre con las letras de un bolero, y en el texto que es el cuerpo del amante, encuentra sabores: salitre en el ombligo, azúcar en esos delicados y hermosos ojos negros, angostura en el pene, mejorana en las nalgas, agua loja en la espalda, melaza de caña en los labios, albahaca en las palmas de las manos, jengibre en los obscuros y sabrosos espacios.
Los movimientos ondulados de la cintura, las piernas, el pecho responden al frote de la lengua, en armonía con los dedos que pulsan cada punto y esquina del cuerpo. Pausa.
Los dedos regresan, auscultan, y entran muy dentro donde no llega la vista; salen y se mueven hasta la boca; comprueban las respuestas del paladar, y junto a la punta de la lengua siguen escribiendo sobre los cuerpos, y antes del éxtasis, delirio, acompañan a las pestañas que borran lo escrito sobre la piel canela.
Cuerpo con cuerpo, alma con alma, en palabras y ritmos de Bobby Capó, quien deja atrás la tristeza cuando convierte el amor en bolero mambo.
Un bolero rápido y lento a la vez que mueve los cuerpos en unísono, hace que la gloria seas tú, yo, ambos; y si se queda el infinito sin estrellas o el mar pierde su inmensidad, no se interrumpe el amar sin limites, pues solo importas tú, y tú, y nadie más que tú.
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