"Ausencia, me has engañado", es un empate del texto y la figura, el fondo y la forma que usan el novelista, la bolerista, los amantes para dirigirse a la ausencia misma, y advertirle sobre el engaño que trata de cometer, al tratar de hacer creer que si se lleva consigo al amado, la amada, "para que olvides, para que no sufras más". las sensaciones, los recuerdos desaparecerán. De no ser así, de aceptar lo pronunciado por la ausencia personificada y aceptar que las memorias se pierden en el olvido, mienten.
Ausencias, pecados, obsesiones, delirios, glorias, sombras, nieblas, escenografías, entornos, traiciones, juegos eróticos, tramas son los objetos verdaderos de los boleros. Con ellos y con cada uno de ellos hablan y bailan solos o acompañadas, los hombres, mujeres, sin excluir a aquellos que no responden a los papeles definidos por la ortodoxia, los andróginos.
A las ausencias, pecados, obsesiones, brumas y espumas, a todos por igual, les cuentan, les cantan los boleros, las novelas rosas, las voces de cada uno de nosotros, "que nos amamos tanto".
Contra el engaño, "para que olvides, para que no sufras más", contra la creencia de que el amor es fijo, de que los pecados cargan culpas, que el ambiente está detrás y controla el placer, que las obsesiones no permiten amar de veras, previenen los boleros, las novelas rosas.
Mas, sin esperarlo, dicen, escriben, cantan, incluso, durante la ausencia, "cuando se apartan dos corazones", aseguran que el vacío provocado por la separación no ha dejado de estar lleno de amor.
Al igual que todos les temas genéricos, la ausencia es el significante del amor.
- ¿Dónde estoy?¿En el puerto de un riachuelo bañado por la niebla, una sala en Manhattan, un coche en camino a Punta, Acapulco, Buenos Aires, junto a la crema de la intelectualidad madrileña? ¿Quién soy?
- ¡Qué importa saber quién es, ni de dónde viene, ni para dónde va! El semen, la sangre en el Porsche destruido, era deee, ¿Lucecita, Sylvia Rexach, Bienvenido Granda, Orlando Contreras?
- No sé, no sé, no sé. No fui yo el culpable de todas sus angustias, sus quebrantos amorosos, sus falsas canciones, sus narrativas llenas de espacios en blanco.
- No se preocupe, ya verá como las canciones y narrativas no eran completamente falsas. Los personajes, ambientes, tramas puede que lo fuesen; los motivos e ideas subyacentes no lo eran.
- ¿Por qué? Por qué? ¿Por qué? Y entonces, ¿el Porsche no estaba destruido?
"Y lo mucho que he llorado" pierde su función catártica; y al ser el llanto codificado, cantado y novelado, su carácter semántico adquiere y juega un papel abarcador; un rol metalingūístico, un significante que recoge la substancia que se llama amor.
Ese amor "que por demás puede ser ajeno", travieso, peligroso, prohibido, teatro, puro teatro, o ser parte de la ansiedad que causa la ausencia, es adorado y entonado, entre muchos, en camino a Punta, por Tito Rodríguez y Leo Marini, repitiendo ambos boleristas, sin cesar, un eco en la memoria: "El llanto de luna, la tristeza, el delirio, la bruma, el riachuelo, la obsesión, el pecado nuevo, son todos ebria canción de amor que murmura el mar".
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