Thursday, April 23, 2015

41. Protagonistas. Montevideo a Punta: La versión de un bolero en voz de la Tellado

- Bailamos. La noche de anoche, ¡qué noche la de anoche! - suspira; temblorosa la mano, la extiende hasta la pared, rasga la madera, cae de rodillas, grita - hijo de puta, hijo de puta, hijo de puta, yo que estaba disfrutando de esa calma.

Lee, corrige, salta enlaces, y contesta un mensaje que le sirve de aliento, ahogo, razón para explicar a alguien más porque no puede existir sin discos o cafetines. Para de leer, baila, y regresa a la tableta, chequea sus correos electrónicos, y de frente, sin esperarlo, encuentra un mensaje que provoca un golpe interno, le expande la respiración que estuvo controlada por la sofocante espera.  El estado de ánimo se mueve del espacio que ocupa la ansiedad a los planos donde se es guiado por la razón.

- Estoy aturdido. ¿Por que? ¿Por qué? ¿Por qué no puedes esperar frente al teléfono multi-funcional o frente a cualquier otro artefacto por los correos electrónicos? ¿Qué tú estás haciendo de mí?

La luz de la calurosa tarde del febrero austral alumbra la habitación color blanco estéril; delata con las sombras el impresionante y cargado mundo de tubos y equipos que maquillan con sus brillos y líquidos la pálida cara de quien pasó su vida tras una inspiración, vida de telenovela, novelita romántica copiada de una revista de modas y quinceañeros. Los recuerdos se confunden con los sueros de todo tipo que los unen a otras formulas, ecuaciones, compuestos. Los demás protagonistas aparecen y desaparecen. El Porsche, destruido, sin memoria de la noche de anoche.

- Boleros, ¿Martirio interpretar a la Rexach?
- No, los boleros se interpretan a sí mismos.

Delirantes, juegos pueriles, deseos, el relato, y la melodía, filtrados por el amor y las técnicas bolerístico-narrativas telledianas que los conjugan; más divertidos que los celos o los besos, caricias, sexo; más intensos, lúdicos, que la ansiedad causada por la espera; empalagosos como una tarde de lluvia donde se ve gente correr; fluidos y en constante viaje en la nave del olvido, sin rumbo, un texto y una canción que superan la vivencia misma.

La noche de anoche, llena de ofuscados recuerdos; la que duró diez años en cuajar y empezó una mañana de febrero con timbres, un email inesperado; el re-inicio de una relación perdida, no olvidaba, neutralizada, para ser activada de nuevo sin cortes ni borradores. Hasta cuándo, cómo y dónde pregunta el falso bolero.

En el fondo, cuestiona, acompaña, incita, excita y recrea los delirios de los amantes, y uno de ellos o ella, no importa, asombrado, dice, "estoy aturdida".

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