Tapices románticos en Punta: conquistas, saber de, a cuerpos, desganos, ánimos, amar, dudar, espacios y autonomias, reconquistas, ciclos, perfidias, obsesiones, pecados enviados en correos electrónicos que incluían los datos sobre las casas, carreteras, tormentas, al margen de un timbre agudo y solitario que no paraba de sonar en el teléfono celular. Sobre su falda, el móvil, esperaba por los textos de los autores.
Autores e Interpretes en Manhattan: embelesados y neutralizados por lo que veían a los lejos en las playas de Punta, desde el inmenso sofá y a través del ventanal, enamorados del amor mismo, bañados por las olas, embestidos por un inmenso vacío, divagan sobre los cantos y cuentos, envueltos en la bruma, se disuelven en la espuma, alejándose más y más.
Apagan los boleros, se enredan en un solo cuerpo, se vienen a sus anchas, escriben, sobre la piel de todos los amantes.
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