- Y entonces, ¿el Porsche no estaba destruido? - pregunta, indaga y concluye sin esperar respuesta pues sabe que todo fue un sueño, un momento lleno de inspiración, vivido ahí, "donde todo lo puedo, donde no hay imposibles", con guitarra en mano, un teclado, múltiples relatos, boleros y caminos cibernéticos como recursos y apoyo de la imaginación; ahí donde "volaron las palomas del milagro", y la canción se hizo novela rosa musicalizada; bolero novelizado.
- No importa - se dicen, uno y cada uno de ellos.
- No sé, no sé, ¿dónde estoy? ¿En Manhattan, Montevideo, Caracas, un puerto de un riachuelo sin nombre, bañado por la niebla, una sala de hospital, un coche en camino a Punta, Acapulco, Buenos Aires, Sevilla con su luna plateada?
- ¿Quiénes más iban en el Porsche?
- En el coche, en Manhattan, en tantos sitios. Armando Manzanero, Roberto Ledesma, Chico Novarro. Roberto Yanés. No recuerdo. Eran tantos. Uno de ellos, creo, fue el primero que dijo, "voy a apagar la luz" para pensar. y luego, Pedro Flores en la voz de Ledesma, sugirió concentrarse en los amantes, y soñar que estaban bajo un palmar, a la orilla del mar, celebrando una gira, y alguien, no está claro quién fue -¿el autor? ¿Chico Novarro?-, añadió, que dijera, cantara, escribiera sobre el deseo de morir por "tener algo contigo".
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