"El agua se aclara sola, al paso de la corriente" sostuvieron los otros boleristas que apoyaron la solidaridad de María Teresa, y que la siguieron después de oír a Falate. Todos: Pedro Infante -tan macho y tan atrevido-, Los Tres Ases, Orlando Vallejo, coincidían con que era mejor reírse "de pareceres y de lo que se figuren"; que mientras los amantes, el autor, la cantaora transgénero, fuesen como eran, "que murmuren, que murmuren".
- Tenía miedo de que nos descubrieran. Mintió, mintió, mintió, me hizo creer que estaba al tanto de los matices. Mentir era su forma de ser. La sangre no estaba allí, en el Porsche, antes del accidente, ni el semen. Alguien plantó la evidencia.
- ¿Miedo a que digan que no se quieren? ¿Miedo a que murmuren?
- ¿Por qué, por qué me acostumbró a todas esas cosas?
- No se conocían, y de comprenderse, de querer comprenderse, qué feliz serían.
"Tan siquiera un poco" añadió quien nunca se preocupó por "lo que diga la gente", ni dejó que los que murmuraran la sabotearan, le negaran su espacio, su "que feliz" podemos ser, "seríamos", si nos lo proponemos; quien hizo pública su rebeldía y soltó su identidad, sus pelos apoyaba a los otros Falates del mundo, que también habían vivido la persecución política, la censura, el acoso sexual, el rechazo, la burla y el triunfo.
- ¿Lucecita Benítez?
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