Ya Lawrence Durrell habia escrito sobre ellos: los modelos del colonizador que se derrumban en las colonias.
Ricardo Roselló trajo uno, lo plantó como Lladró en Guaynabo, con la intención consciente de reformar la educación puertorriqueña; pero guiado por el subconsciente del burgués/blanquito boricua colonizado: quería mostrarnos cómo debería ser un puertorriqueño, calcado.
Ricky, si hubieses estudiado en escuela pública y leído sobre Peyo Mercé no lo hubieses hecho. Pero estudiaste en colegio privado, aprendiste inglés, pero no sabes ni puedes ni te atreves burlarte de los modelos gringos, a conocer de todo sobre ellos sin querer ser una copia de los mismos.
Creíste que ibas a implantar el ideal -puritano, bajado del Mayflower, sobrio, correcto, moralmente intachable, eficiente, blanco- de lo que qusieras fuese el puertorriqueño.
Ricky Roselló, “encabuya y vuelve y tira, que te salió batata”: el modelo resultó ser tan humano como somos todos nosotros los puertorriqueños.
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