Un repaso de los diarios y noticiarios de distintos países sirve como prueba de que los puertorriqueños sorprendieron a muchos con sus protestas pacíficas; y por haber logrado que el gobernador y su gabinete renunciaran. Estas protestas comenzaron de forma espontánea, para después, en la marcha, unirse a las mismas grupos más organizados: sindicatos, asociaciones de profesionales, clubes de baile, yoga. kayaks por la bahía, motociclistas, jínetes y sus caballos, atletas, cantantes, grupos de música, amas de casas con sus cacerolas y calderos.
Algunos fueron más lucidos que otros: el grupo de jóvenes que escogió los escalones de la cátedral para perrear escandalizaron al arzobispo, como lo hiceron los esclavos que bailaron al ritmo de tambores hacia mediados del s.19 frente a la misma iglesia. Los practicantes de yoga que pusieron sus colchonetas en la calle Fortaleza para hacer sus ejercicios y poses. Una noche, un sobrinonieto que caminaba por el sector de clase econòmica pudiente, El Condado, me llamó para que oyera a las cacerolas que se oían desde los balcones de los apartamentos nada baratos. No puedo imaginar que pensarían los turistas que se hospedan en los hoteles de esa zona.
Los puertorriqueños de a pie dieron cátedra de cómo se puede lograr un cambio a corto plazo, pero un cambio es, sin tener que depender de grandes discursos por intelectuales o caudillos patrioteros, y sin tener que usar la violencia extrema. Al otro día de la renuncia del gobernardor, grupos de personas de todas las edades regresaron a San Juan a limpiar la antigua ciudad para que recuperara su ornato, belleza.
No sé si hay grupos políticos que estén usando el momento para continuar con algún tipo de agenda o si los que hasta ahora lo eran -partidos, grupúsculos ideológicos-, tienen mucho porvenir en la isla. Tampoco sé si lo próximo va a ser el que saquen a la Junta impuesta unilateralmente por el muy liberal y antiracista Obama (con algunos, parece) y el Congreso. Lo que si es cierto es que la idea de que los cambios ocurren solamente cuando han sido organizados desde arriba o por las clases en el poder -que una vez ya fue cuestionada por Foucault- ha quedado puesta en entredicho durante el verano puertorriqueño del 2019.
No sé si hay grupos políticos que estén usando el momento para continuar con algún tipo de agenda o si los que hasta ahora lo eran -partidos, grupúsculos ideológicos-, tienen mucho porvenir en la isla. Tampoco sé si lo próximo va a ser el que saquen a la Junta impuesta unilateralmente por el muy liberal y antiracista Obama (con algunos, parece) y el Congreso. Lo que si es cierto es que la idea de que los cambios ocurren solamente cuando han sido organizados desde arriba o por las clases en el poder -que una vez ya fue cuestionada por Foucault- ha quedado puesta en entredicho durante el verano puertorriqueño del 2019.
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