El DERRY DE LEILA GUERREIRO FUE MI GUAYAMA

Pocos, muy pocos escritores pueden recrear un universo en tan cortos ensayos como lo hace Leila Guerreiro. No sobran palabras. No sobran ideas. Agarra con la fuerza del hueco obscuro teorizado por Einstein, atrapa al lector y lo integra a ese kaleidoscopio que es su escritura. Su ensayo Mi Derry me transportó a Guayama, al velorio de mi hermana. El que quise olvidar. En aquel momento donde debió darse un sentido de solemnidad, de respeto al duelo, salió a flote el insulto, sacar en cara favores,  entrometimientos, retar como en pelea de arrabal. Aquello quedó olvidado, aunque estaba grabado, y el Derry de Leila Guerreiro lo destapó. No vuelvo a velorios. Me asustan. El Derry de Leila Guerreiro fue mi Guayama.