MARÍA, EL HURACÁN, DESUBICA MÁS DE UNA VEZ

La joven de piel obscura, pelo estirado, simpática y bien vestida no había aprendido que en otros países las reglas de juego y lenguaje sociales eran otras: en los Estados Unidos ella era una persona de color y en Argentina era negra. En una época en Puerto Rico tampoco hubiese  podido entrar ni a un club de Leones, pero esa escala de valores había sido modificada en la isla y ahora podia codearse con otros de distintas clases y colores en sitios donde antes era vedada (claro, con cualificaciones, ya que en algunas bien altas esferas todavía la discriminarían por no haber ido a la universidad o por ser indiecita). En Nueva York, en ciertos restaurantes no tiene posibilidades. Tuvo que abandonar la isla por causa del huracán y como ella gusta del "bon vivant", hace unos días trató de cenar en un restaurante en el exclusivo barrio Sutton Place en el Upper East Side de Manhattan, y le dejaron saber que no tenían espacio, todo estaba reservado, aunque el sitio estaba vacío. En los diarios argentinos cuando la gente comenta sobre personas que lucen como ella, se refieren a las mismas como negras. La joven no había desarrollado los conocimientos necesarios para entender su posición en ciertas escalas y no podía aceptar que a ella la discriminaran. Cuando contó lo que le pasó en el restaurante y le sugirieron las razones, hasta le relataron casos que todos los días aparecen en los periódicos de Nueva York sobre gente "de color" con dinero que lleva a los tribunales a restaurantes muy exclusivos, por entender que fueron discriminados, no dijo nada; su cara lucía como si estuviese viviendo una sacudida en su conciencia; lo que los psicoanalistas llaman una lucha contradictoria en la personalidad y los sociólogos un "reality check", una incapacidad para hacer un análisis concreto, objetivo. María la había desubicado de nuevo; y no estaba lista ni tenía los recursos intelectuales para reflexionar sobre este tipo de movida. La física era más fácil que la psicológico-social.