Wednesday, December 27, 2017

WHITE LIBERALS, BLANQUITOS PUERTORRIQUEÑOS Y EL JÍBARO HURAÑO

“Cambiar la forma de mirar toma tiempo” (Jaime Córdova."Con Boquio en Madrid". Claridad. 16/09/ 2013)

"Para nadie es un secreto que no existe una relación biunívoca entre base material y conciencia. De ahí la necesidad de continuar trabajando en el campo de la subjetividad si queremos desterrar todo vestigio de prejuicio racial”. (Pedro de la Hoz. “Justicia Social y Color Cubano”. El Post Antillano. 01/09,2013)

Al prejuicio racial se le pueden añadir otros prejuicios; otras historias, otras relaciones entre grupos, distintos grupos.

"Tú eres muy pasivo" es un comentario que no se puede tomar con pinzas; hay que agarrarlo con la mano y apretarlo hasta sacarle el jugo, si el comentario es dicho por una persona cuya identidad e historia está separada por mucho más de cinco, diez o cuarenta grados de aquél a quien se le dirige el señalamiento.  El comentario dicho por un "blanquito" puertorriqueño estaba dirigido a un jíbaro de los cerros isleños. 

Para los que miran conceptualmente la puertorriqueñidad desde afuera, desde el extranjero,  las diferencias entre los puertorriqueños no es tan aparente como leo es para los que vivieron las diferencias en carne propia.  Las viven. Quizás eso explica un poco la anécdota no comprobada: una autora afro-descendiente puertorriqueña dijo en un congreso literario que una autora “blanquita y blanca” (no todos los blancos puertorriqueños son blanquitos ni todos los blanquitos son blancos escribió el antropólogo Jorge Duany en un ensayo que hoy no encuentro), Rosario Ferré, no era una autora puertorriqueña. Los criterios sobre la puertorriqueñidad o las razones para incluir fo no a Rosario Ferré no fueron relatados en la anécdota. 

El jibaro, que había tenido que enfrentar las diferencias y discriminaciones por asuntos de procedencia geográfica –el mundo campesino y su lenguaje, el “asina mesmo”-,  de clase en las islas de los encantos, superar la pobreza extrema, estudiar en contra de muchas voluntades, familiar e institucional, el racismo en los EEUU, la persecución homofóbica, volvió donde los autores costumbristas para refrescar su memoria, y reflexionar sobre lenguajes pseudo-sociólogicos, psicológico; y se describió a sí mismo como "huraño". 

Nada de pasivo, “ñangota’o”, dócil; pura y llanamente, huraño. La sonrisa y cara de desdén del blanquito delataban su incredulidad.  La reacción del blanquito, la sonrisita del desacuerdo, muy parecida a la de otros pequeños burgueses, sean “White liberals”, latinos o de dónde sean, estaba matizada por sus esquemas, que incluyen una visión de aquél a quien consideran su inferior, a quien tratan con paternalismo. Como cualquier hijo de vecino, los que observan y clasifican desde afuera no pueden  desmantelar tan fácilmente las muy seguras posturas.  

Eres pasivo, dócil, parecía ser sacado de las ideas que le daban base al “culturally deprived educational movement”,  la mal llamada educación compesantoria de los años sesenta en los EEUU; y en gran medida, perpetúa la "pseudo teoría" que promueve la superioridad de ciertas culturas, grupos raciales o clases económicas.  El blanquito, al igual que otros (valga la redundancia) iguales, logró superar su procedencia de clase, se juntó con los pobres, mas no había reconceptualizado su percepción de quiénes son los significativos otros: la otredad mal comprendida.      

Hacia mediados de los sesentas del siglo pasado, en una reunión entre politicos liberales de NYC y líderes de las comunidades puertorriqueñas en Nueva York, los llamados políticos conocidos como “White liberals” (término que describe cierto tipo de población en los EEUU) fueron cuestionados, se les dijo que “no lo hagan”, por traer desde Puerto Rico a políticos e intelectuales para que “ayudaran a resolver los problemas”  de las comunidades puertorriqueñas en Nueva York. “Ni ustedes ni ellos” parece haber sido la consigna. 

Esa muy clara, aunque algo concéntrica, actitud los llevó a fundar instituciones que le servían/sirven a las comunidades boricuas, y a otros muchos que se han beneficiado de las mismas (una historia en busca de un autor); una experiencia que todavía no ha sido aprendida por muchos “White liberals” y otros que los rodean, pues siguen sin poder distinguir entre los puertorriqueños, incluso entre estos últimos y otros latinos, y mucho menos comprender que los blanquitos de la isla u otros pequeños burgueses latinos liberales no representan ni conocen lo complejo de esos/sus pueblos.  

“Pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo” (Facundo Cabral)


(to be continued; si no, refiérase a otros escritos en este blog sobre este tema).

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