En CCNY murió de sida.
Nadie se enteró. Callaron.
En la facultad nadie se enteró.
Callaron. En la facultad
callaron.
Cuando murió la abuela o el esposo de
no sé quién, hablaron: "Te acompaño
en tus penas". Cuando el profesor murió
no de amor ni de pena, de sida, callaron.
Para los años setenta salió del clóset, habló
en su facultad habló, contó su verdaero yo.
en su facultad habló, contó su verdaero yo.
Lo ignoraron. Fue donde otros, habló
con los que lo comprendían, por ser también ignorados:
dos o tres puertorriqueños en busca de sus espacios.
con los que lo comprendían, por ser también ignorados:
dos o tres puertorriqueños en busca de sus espacios.
Contó: "No me hablan, no me invitan a sus casas,
a sus cenas."
Contó con ellos, los otros, los puertorriqueños
para encontrar, buscar, sentir calor humano,
comunidad, más allá de la sombría correcta academia.
comunidad, más allá de la sombría correcta academia.
Cuando murió, callaron, murmuraron: "Murió".
¿De qué murió? ¿De angustia? ¿De vergüenza?
¿Ajena? De vergüenza ajena murieron ellos en vida.
Que descansen en paz.
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