En su libro Centuries of Childhood, sobre la crianza de la prole en Europa, Phillpe Aries muestra como la sociedad se movió de indentificar a la gente de acuerdo a los pueblos de donde procedían, a los apellidos, y de ahí a los números: seguro social en los EEUU o de identidad y ciudadanía en otros. Algo parecido ha ocurrido con la educación: de lo que sabía el erudito a través de lo que decía o escribía, a dónde estudió, y luego, a los exámenes normalizados y las certificaciones. Como bien se burla Mafalda, cuando ésta ve a una tortuga que esconde la cabeza y dice: “las estructuras cambian”. Lo que no cambia es el hecho de que podemos saber, certificados o no. En busca de contrarrestar ese control que tienen el Estado o las instituciones sobre la educación, quién adquiere qué y cómo es evaluado y valorizado, Lillian Weber fundó el desparecido (saboteado) Workshop Center for Open Education, porque -“for inherent in all was an offering of educative experience to the learner without sorting mechanisms or certification systems or prior qualifications” (Lillian Weber. Roots of Open Education in America. Dropkin and Tobier, eds. NY: the CCNY Workshop Center for Open Education, 1976)- era necesario, y lo es hoy todavía más, abordar la educación como un derecho que tenemos todos, libre para todos, y así frenar el control de la misma por parte de las fuerzas siniestras -iglesias, burócratas arribistas, empresas, políticos inescrupulosos y mediocres- que se han apoderado de ella y sus diversas ramas, sean las ciencias o sean los idiomas: “Quien controle los mecanismos de certificación de conocimientos del español podrá controlar la distribución de los beneficios económicos que se deriven de la administración de estos exámenes.” (José del Valle, en entrevista para Página12, 29/03/2019). Controles que hay que combatir para evitar la fallas que la “escolaridad, de cualquier nivel, a veces cursada con testimonio de reconocida eficiencia y aun brillantemente, han dejado en sus cuerdas más importantes y sensibles notables deficiencias para la comunicación y la autentica expresión personal” (Luis Iglesias. Didáctica de la Libre Expresión. Ediciones Pedagógicas, 1950), incluyendo, el estacamiento de la sociedad en general, de ser ciertas las palabras del arquitecto y polémico crítico cultural Miguel Rodríguez Casellas (“Narrativa de la crisis: el caso de la arquitectura”. 80grados, 20 de septiembre de 2013), quien sugiere que la profesionalización, normalización y legislación de la arquitectura ha truncado las posibilidades de la creatividad dentro de ese campo, y sostiene Casellas, que existe una estrecha relación entre esos controles y el desarrollo o retraso de la sociedad en general. Los certificados no son solamente mecanismos que controlan, estancan o retrasan la educación.
Tuesday, April 2, 2019
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