Recostado sobre la cama sintió el deseo primigenio, el que una vez abrumó todo su ser, antes de tener palabras, y solo, sin nadie de frente, después de gemir como si hubiese estado en la cuna, balbuceó: “ámame”. Se levantó y continuó con las cuentas que había que pagar, la comida que preparar, y la memoria que a veces se torna presente.
(del libro inédito Jájome Heights)
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