Monday, May 27, 2019

FOTO SOBRE UN MOJÓN DONDE EMPIEZA LA CARRETERA DE JÁJOME BAJO


“Los esquemas son maravillosos en los libros de texto, pero si no quieres estar mochando y ajustando, planchando y arrugando para que los procesos [históricos] quepan en un esquema, mejor déjalos a un lado.” (Fernando Picó)

Unos cuantos Torres subíamos a visitar a los primos de Papá en Jájome Bajo. Eran mayores que nosotros, los parientes visitantes. Allí nacieron hacia el tercer cuarto del s.19. Allí murieron hacia finales de los cincuenta del s.20. No subíamos por la carretera de Cayey porque el camino para bajar no estaba embreado, y era puro barro; si llovía, yo era muy pequeño para manejar con el dedo grande, usarlo como freno -mi hermana Ana en forma de burla me entrenó en ese arte-, enterrándolo en el resbaladizo terreno. 

Toñín, Julio, Manuel, Julito, Papá llegamos en carro hasta el río que divide el barrio La Plena del próximo, Quebrada Yegua (en honor a la quebrada que lo cruza), en el carro de Julito, hijo de Julio, primo tercero de unos, y primero de otros, y sobrino nieto de unos cuantos Torres, incluyendo a los dos hermanos que fuimos a visitar: Juana y Arcadio. De Quebrada Yegua en adelante, a pie hasta el punto que los lugareños llamaban "El Joyo": el fondo donde se juntan las montañas casi en forma de cono, un río que lo cruza, y  un mojón señalando el comienzo del camino, hoy carretera embreada. 

Parábamos para descansar y saludar -en el largo andar- a unos cuantos familiares, la primera, mi querida Tía Panchita, y a otros conocidos o parientes bien lejanos; pequeñas fincas, muchas de ellas, más tarde convertidas en parcelas por otros intereses y economías. Era la última década de una forma de vida en el Puerto Rico rural, aislado. 

Cambió la fisonomía y función de la tierra; y la cultura de los antiguos jíbaros -documentada en la literatura de ficción, en el cine, y en los estudios antropológicos llevados a cabo hacia los años cuarenta por Sydney Mintz, históricos por Fernando Picó, retratados por Frade-; transformada: entre mito y anuncio navideño; desplazada en su entorno; guetoizada, encajada, distorsionada por las posturas elitistas, lenguaje, y eslóganes colonialistas, despectivos, parceleros, dichos por farfulleros y comemierdas: los que sólo pueden pensar dentro de las parcelas de su cerebro.  

Regresábamos tarde del viaje; y por haber sido un niño feliz, rodeado de adultos, primos y  tíos mucho mayores, hace del “Joyo” un viaje a ser repetido varias veces, recordado con una foto tomada por una ex compañera de estudios con quien regresé a mostrarle de dónde yo era: sentado sobre el mojón número cero hectómetro cero del camino ya embreado. 


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