Thursday, May 30, 2019
LEY DE WEBER-FECHNER Y LA VEJEZ
Regreso a Frankfürt a.m después de no visitarla por muchos años, y de hacer un esfuerzo sobre humano para poder animarme y salir de mi casa. Visito a mi querida amiga, psicoanalista de profesión, exdirectora del Fraunschule, experta en el arte y discurso de las políticas y la condición existencial humana, y buena gente, mi hermana por adopción. Juntos, mientras paseamos por el West End de la ciudad bancaria, concluimos que con la edad se nos estaba haciendo muy difícil dejar los espacios conocidos. Ella escoge explicar la nueva forma de ser de nosotros, partiendo de un análisis del psiquis. Yo busco otras explicaciones y recuerdo a la ley de Weber-Fechner: entre más aumenta el volumen de un cuerpo, menos posibilidades tiene el observador -sujeto a entrenamiento y oficio- de distinguir las diferencias entre ese cuerpo y otro que tenga un volumen parecido, pero no igual. Aplicado los asuntos de percepción, en este caso, a la vejez: entre más viejo uno se pone, menos posibilidades tiene de distinguir entre un mes y un año; lo que hace que uno piense que los años pasan bien rápidos; por lo tanto, los viejos prefieren verlos más lentos, y por eso, ellos -los viejos- no desean cambiar de espacio. Cosas de jubilados cuerdos con cuerdas más lentas paseando por otra strasse.
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