Thursday, May 23, 2019

EL EXTRAÑO

El joven acabadito de llegar de las sínsoras de Cayey, antes de que hubiese autopista o fábricas y los campos eran usados para sembrar y no como terreno para urbanizar, entró a la universidad en Rio Piedras, asistió a clases de literatura y oyó a profesores metropolitanos hablar del costumbrismo que describía lo que él conocía de cerca, como si sus parientes, vecinos, jíbaros cerreros fuesen caricaturas o animales sin consciencia: dóciles, que no sabían hablar, ignorantes. Oyó y calló. Conoció a otros jóvenes y entró en un mundo de gays que le fueron tan extraños como lo pudo haber sido él para ellos. No muy pocas veces, no hacían caso de lo que él decía, pues ellos hablaban desde sus mundos en colegios privados o escuelas públlcas para las élites -la High de la Universidad o la Central en Santurce-, y prefirió echar vuelo para el norte. Allí comenzó desde otra perspectiva, tan extraño como lo fue en San Juan, pero con trabas más fáciles de manejar, con menos historias en común que no preguntaban: “¿de donde eres, a qué colegio fuiste, conoces a tal familia de apellido guionizado?”. En el norte, en una fiesta de “gringos”, uno de aquellos que una vez lo miraba desde arriba en San Juan fue motivo de desprecio por ser mulato: ”But you are black, honey”. Una vez fuera, el mulato que se pensaba "blanquito" dijo -“Qué locas tan racistas”- sin recordar que el otro que hoy tenía de frente -en igualdad de condiciones- había sido, antes sus ojos, el extraño.

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