Thursday, May 23, 2019

AMOR QUE POR DEMÁS ERES AJENO ANTE EL CONTROL DEL OBJETO

Es un lugar común en la psicología infantil que el niño que esconde cosas, las acumula, pataletea si no obtiene lo que quiere, le quita los objetos a otros niños, desea ser dueño de todo, está en la etapa egocéntriaca. Para los seis años debe haber superado ese estadio emocional. El adulto que no supera esa etapa, acumula objetos, también desea estar en control, y cuando no lo logra, se desestabiliza y hasta destruye una relación o se auto destruye -su cuerpo se deforma, desfigura-, pero nunca sus objetos. Una vez el objeto no satisface su necesidad de poseer, los rechaza. El adulto además de objetos, puede que le añada a su patología, personas, puestos en el trabajo, espacios. 

Sus bizcochos, tarjetas de Navidad, cumpleaños, ramos de pascuas escondían algo más. Lo único que le interesba era el espacio. Una vez consiguió otro sitio, ni tarjetas ni bizcochos, no contestaba llamadas. Que lo hiciese otra persona, se pudiese entender, pero un hombre tan católico, que defiende los derechos civiles, marcha contra la homofobia, delata hipocresía o falta de principios claros o que no está bien de la mente. El espacio como los objetos que el niño rechaza no le servía ya. No tenía que controlarlo. Luego, para justificar y no aceptar de qué está hecha su fibra moral o mental dijo -siempre que quiere criticar a alguien lo hace en tercera persona- que había gente que querían que los cuidaran. Pero si quien se estaba aprovechando era él, robando -no un objeto como los niños- un espacio. No se percató que los otros hablan, y que el mundo gay es bastante pequeño, El amor, fundamento esencial del cristianismo, es para él, por demás, ajeno. Poseer el objeto es más importante, o el espacio. 

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