Cuando tomé por última vez la comunión en Montreal, junto a un excompañero de bares y despelotes, me di cuenta que el mío no estaba listo para recibir el del hijo de Dios, que no lo iba a procesar lo suficiente como para ser transformado, y así lograr que el del Mesías viviese en mi cuerpo, su conciencia reemplazando la mía, integrada en mi ser; que era mejor esperar a estar más preparado. A su vez, me preguntaba si mi excompañero lo estaba logrando. Nunca me enteré, aunque tengo entendido que sigue tomando la comunión, mientras, por otro lado, no para de ir de bares y despelotes; y me pregunto, cómo lo hace o es solo el rito, y no la transformación de su conciencia.
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