Procesar que mintió y reconocer que lo ha hecho no se lo permite su patología. Entró en negación cuando le dijeron que no lo podían contratar o hacer un favor o algo donde la confianza es un requisito fundamental. Cambió el semblante y dijo una de sus acostumbradas respuestas que servían para evidenciar que no estaba lo suficiente maduro, un hombre de cincuenta y pico de años, para emprender la tarea para la cual se ofreció. No era el primero ni tampoco es un fenómeno que se limita a su clase, raza, género. El mentiroso patológico está por doquier y lo han documentado a través de la historia, las artes, la literatura, lo mismo entre los antiguos egipcios que entre los puertorriqueños de ahora. Pobre hombre, con sus mentiras a cuestas se cuenta una verdad que no fue.
Monday, May 13, 2019
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