Esta pieza teatral la escribí por allá, hacia finales de los setentas y principios de los ochentas. Era toda una experiencia expresionista, cruda, cruel la que estaba viviendo personalmente y que expresé a través de dos personajes que representan las muy humanas cualidades: genio y miedo. Durante todo el relato, ambas o reclamaban ser la razón de la evoluciòn del mundo o se culpaban mutuamente por su destrucción, ya fuese la creación del fuego, las guerras o la capacidad para la invención, construir, sobrevivir ante los retos. Sus detalles no los recuerdo porque el miedo volvió recientemente y éste nubló mi capacidad para usar el genio y proteger la pieza de teatro: no hace mucho boté en la basura la única copia que tenía de la misma. El miedo anda suelto por causa de uso del genio de muchos para controlar y hacer daño.
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